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El Ocaso de los Idolos (o Como se Filosofa a Martillazos)

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Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche - <strong>El</strong> <strong>Ocaso</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Ído<strong>los</strong><br />

3<br />

Por su origen, Sócrates pertenecía a lo más bajo <strong>de</strong>l pueblo: Sócrates era<br />

chusma. Se sabe, e incluso hoy <strong>se</strong> pue<strong>de</strong> comprobar, lo feo que era. Pero la fealdad, que<br />

en sí constituye una objeción, era entre <strong>los</strong> griegos casi una refutación. ¿Fue Sócrates<br />

realmente un griego Con bastante frecuencia, la fealdad <strong>se</strong> <strong>de</strong>be a un cruce que<br />

entorpece la evolución. En otros casos, es el signo <strong>de</strong> una evolución <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>nte. Los<br />

antropólogos que <strong>se</strong> <strong>de</strong>dican a la criminología nos dicen que el criminal típico es feo:<br />

monstruo <strong>de</strong> aspecto, monstruo <strong>de</strong> alma. Ahora bien, el criminal es un <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte. ¿Era<br />

Sócrates un criminal típico Esto, al menos, no iría en contra <strong>de</strong> aquel conocido juicio<br />

<strong>de</strong> un fisonomista, que tanto extrañó a <strong>los</strong> amigos <strong>de</strong> Sócrates. Un extranjero experto en<br />

rostros que pasó por Atenas, le dijo a Sócrates directamente que era un monstruo en<br />

cuyo interior <strong>se</strong> escondían todos <strong>los</strong> vicios y todas las malas inclinaciones. Y Sócrates<br />

<strong>se</strong> limitó a comentar: «¡Qué bien me conoce este <strong>se</strong>ñor!»<br />

4<br />

En Sócrates no sólo son un signo <strong>de</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia el <strong>de</strong><strong>se</strong>nfreno y la anarquía <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> instintos, que él mismo reconoció, sino también la supergestación <strong>de</strong> lo lógico y esa<br />

maldad <strong>de</strong> raquítico que le caracteriza. No nos olvi<strong>de</strong>mos tampoco <strong>de</strong> sus alucinaciones<br />

acústicas, a las que, con el nombre <strong>de</strong> «daimon <strong>de</strong> Sócrates», <strong>se</strong> les ha dado una<br />

interpretación religiosa. Todo era en él exagerado, bufo y caricaturesco, al mismo<br />

tiempo que oculto, lleno <strong>de</strong> <strong>se</strong>gundas intenciones, subterráneo. Trato <strong>de</strong> aclarar <strong>de</strong> qué<br />

idiosincrasia proce<strong>de</strong> la ecuación socrática razón = virtud = felicidad: la más<br />

extravagante <strong>de</strong> las ecuaciones, que tiene a<strong>de</strong>más particularmente en su contra todos <strong>los</strong><br />

instintos <strong>de</strong> <strong>los</strong> antiguos helenos.<br />

5<br />

Con Sócrates el gusto griego <strong>se</strong> vuelve hacia la dialéctica: ¿qué es lo que suce<strong>de</strong><br />

aquí realmente Ante todo, que con ello queda vencido un gusto aristocrático: con la<br />

dialéctica, quien impera es la chusma. Antes <strong>de</strong> Sócrates, las personas <strong>de</strong> la buena<br />

sociedad repudiaban <strong>los</strong> procedimientos dialécticos: <strong>los</strong> consi<strong>de</strong>raban como ma<strong>los</strong><br />

modales, como algo que ponía en entredicho a quien <strong>los</strong> utilizaba. Se prevenía a <strong>los</strong><br />

jóvenes contra el<strong>los</strong>. También <strong>se</strong> <strong>de</strong>sconfiaba <strong>de</strong> quien manifestaba sus razonamientos<br />

personales <strong>de</strong> <strong>se</strong>mejante forma. Las cosas y <strong>los</strong> hombres honrados no van por ahí<br />

exhibiendo sus razones así. No es muy <strong>de</strong>cente ir en<strong>se</strong>ñando <strong>los</strong> cinco <strong>de</strong>dos. Poco valor<br />

tiene que tener lo que necesita <strong>se</strong>r <strong>de</strong>mostrado. Allí don<strong>de</strong> la autoridad sigue formando<br />

parte <strong>de</strong> las buenas costumbres, don<strong>de</strong> lo que <strong>se</strong> dan no son «razones» sino ór<strong>de</strong>nes, el<br />

dialéctico es una especie <strong>de</strong> payaso; la gente <strong>se</strong> ríe <strong>de</strong> él, no lo toma en <strong>se</strong>rio. Sócrates<br />

fue un payaso que consiguió que lo tomaran en <strong>se</strong>rio. ¿Qué es lo que sucedió aquí<br />

realmente...<br />

6<br />

Sólo <strong>se</strong> recurre a la dialéctica cuando no <strong>se</strong> dispone <strong>de</strong> ningún medio. Ya <strong>se</strong> sabe<br />

que suscita <strong>de</strong>sconfianza, que es poco persuasiva. No hay nada más fácil <strong>de</strong> disipar que<br />

Proyecto Espartaco 2000 – 2002<br />

9

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