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El Ocaso de los Idolos (o Como se Filosofa a Martillazos)

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Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche - <strong>El</strong> <strong>Ocaso</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Ído<strong>los</strong><br />

dominio que organiza constantemente esa forma mínima <strong>de</strong> dominio que es la familia;<br />

que necesita hijos y here<strong>de</strong>ros para mantener, también fisiológicamente, unos niveles <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>r, una influencia y una riqueza ya alcanzados, para proyectar unas misiones que <strong>se</strong><br />

prolonguen el tiempo, una solidaridad <strong>de</strong> instintos entre <strong>los</strong> sig<strong>los</strong>. <strong>El</strong> matrimonio como<br />

institución contiene ya la forma mayor y más dura<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> organización. Si la propia<br />

sociedad, en conjunto, no pue<strong>de</strong> tener una garantía <strong>de</strong> sí misma que llegue hasta las<br />

generaciones más remotas, el matrimonio no tienen ningún <strong>se</strong>ntido. <strong>Como</strong> el<br />

matrimonio mo<strong>de</strong>rno ha perdido su <strong>se</strong>ntido, hay que abolirlo.<br />

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<strong>El</strong> problema obrero. La estupi<strong>de</strong>z, que, en la última instancia, no es más que la<br />

<strong>de</strong>generación <strong>de</strong> <strong>los</strong> instintos, y que hoy es la causa <strong>de</strong> todas las <strong>de</strong>más estupi<strong>de</strong>ces,<br />

consiste en el hecho <strong>de</strong> que haya un problema obrero. <strong>El</strong> primer imperativo <strong>de</strong>l instinto<br />

es que hay ciertas cosas que no <strong>se</strong> cuestionan.<br />

Yo no logro enten<strong>de</strong>r qué es lo que <strong>se</strong> preten<strong>de</strong> hacer con el obrero europeo,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hecho <strong>de</strong> él un problema. E<strong>se</strong> obrero <strong>se</strong> encuentra <strong>de</strong>masiado bien<br />

para no ir cuestionando cada vez más cosas, para no cuestionar cada vez <strong>de</strong> una forma<br />

más <strong>de</strong>scarada. En último término, cuenta con el gran número. Ya no cabe <strong>de</strong> modo<br />

alguno esperar que <strong>los</strong> obreros constituyan una capa social compuesta por un tipo <strong>de</strong><br />

hombres mo<strong>de</strong>stos y satisfechos <strong>de</strong> sí mismos, similar a la <strong>de</strong> <strong>los</strong> chinos, que es lo que<br />

habría tenido una razón <strong>de</strong> <strong>se</strong>r, lo que <strong>se</strong> habría necesitado realmente.<br />

¿Qué es lo que <strong>se</strong> ha hecho Todo lo necesario para eliminar <strong>de</strong> raíz hasta la<br />

condición previa para ello. Con la falta <strong>de</strong> reflexión más irresponsable, <strong>se</strong> han<br />

aniquilado <strong>los</strong> instintos en virtud <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuales <strong>los</strong> obreros pue<strong>de</strong>n convertir<strong>se</strong> en un<br />

estamento, pue<strong>de</strong>n llegar a <strong>se</strong>r el<strong>los</strong> mismos. Se ha <strong>de</strong>clarado al obrero apto para el<br />

<strong>se</strong>rvicio militar, <strong>se</strong> le ha otorgado el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> asociación, <strong>se</strong> le ha dado el <strong>de</strong>recho al<br />

voto en el terreno político. ¿Cómo nos pue<strong>de</strong> extrañar entonces, que el obrero esté<br />

empezando ya a consi<strong>de</strong>rar su existencia como una situación mi<strong>se</strong>rable, como una<br />

injusticia, por <strong>de</strong>cirlo con un término moral. Pero, ¿qué es lo que <strong>se</strong> quiere,<br />

volveremos a preguntar. Si <strong>se</strong> quiere un fin, hay que querer también <strong>los</strong> medios. Si <strong>se</strong><br />

quieren esclavos, es <strong>de</strong> idiotas educar<strong>los</strong> para amos.<br />

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«Libertad que no amo...» En una época como la nuestra, abandonar<strong>se</strong> a <strong>los</strong><br />

propios instintos repre<strong>se</strong>nta una fatalidad más. Esos instintos <strong>se</strong> contradicen entre sí, <strong>se</strong><br />

estorban, <strong>se</strong> <strong>de</strong>struyen unos a otros. Ya <strong>de</strong>finí yo lo mo<strong>de</strong>rno como la contradicción<br />

fisiológica con uno mismo. Una forma razonable <strong>de</strong> educar consistiría en paralizar con<br />

mano <strong>de</strong> hierro uno <strong>de</strong> esos sistemas <strong>de</strong> instintos al menos, para permitir que otro<br />

sistema diferente cobre energías, <strong>se</strong> haga fuerte y domine.<br />

Hoy en día, para hacer posible al individuo, es <strong>de</strong>cir, para con<strong>se</strong>guir que fuera<br />

completo habría que empezar por castrarle. Sin embrago, <strong>se</strong> hace lo contrario. Quienes<br />

con mayor ardor exigen in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y <strong>de</strong>sarrollo libre son precisamente aquel<strong>los</strong> para<br />

<strong>los</strong> que ningún freno <strong>se</strong>ría <strong>de</strong>masiado <strong>se</strong>vero. Esto vale en el terreno político y en el<br />

Proyecto Espartaco 2000 – 2002<br />

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