El Ocaso de los Idolos (o Como se Filosofa a Martillazos)
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Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche - <strong>El</strong> <strong>Ocaso</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Ído<strong>los</strong><br />
menipea. Para que <strong>los</strong> diálogos <strong>de</strong> Platón, esa especie <strong>de</strong> dialéctica horriblemente<br />
satisfecha <strong>de</strong> sí misma y pueril, puedan ejercer un atractivo, es preciso no haber leído<br />
nunca a <strong>los</strong> buenos autores france<strong>se</strong>s (a Fontenelle, por ejemplo).<br />
Platón es aburrido. En último término, mi <strong>de</strong>sconfianza hacia Platón llega hasta<br />
el fondo: le encuentro tan alejado <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> instintos fundamentales <strong>de</strong> <strong>los</strong> helenos,<br />
tan moralizado, tan cristiano anticipado —él eleva ya la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> «bien» a la categoría <strong>de</strong><br />
i<strong>de</strong>a suprema—, que para referir<strong>se</strong> al fenómeno total <strong>de</strong> Platón preferiría, más que<br />
ninguna otra, usar la dura expresión <strong>de</strong> «farsa suprema», o, si suena mejor, <strong>de</strong><br />
i<strong>de</strong>alismo. Se pagó caro el que e<strong>se</strong> atenien<strong>se</strong> frecuentara la escuela <strong>de</strong> <strong>los</strong> egipcios (o<br />
quizá <strong>de</strong> <strong>los</strong> judíos resi<strong>de</strong>ntes en Egipto). Dentro <strong>de</strong> la gran fatalidad que supuso el<br />
cristianismo, Platón fue e<strong>se</strong> equívoco y esa fascinación llamada «i<strong>de</strong>al», que hizo<br />
posible que <strong>los</strong> individuos más nobles <strong>de</strong> la antigüedad <strong>se</strong> interpretaran mal a sí mismos<br />
y que pusieran el pie en el puente que conducía hacia la cruz. ¡Y cuánto sigue habiendo<br />
<strong>de</strong> Platón en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> «Iglesia», al igual que en su organización, en su sistema y en sus<br />
prácticas!<br />
Mi distracción, mi predilección, mi curación <strong>de</strong> todo platonismo ha sido siempre<br />
Tucídi<strong>de</strong>s. Tucídi<strong>de</strong>s y tal vez el Príncipe <strong>de</strong> Maquiavelo son muy afines a mí por el<br />
propósito incondicional <strong>de</strong> no <strong>de</strong>jar<strong>se</strong> engañar en nada y <strong>de</strong> ver la razón en la realidad,<br />
y no en la «razón», y menos aún en la «moral». Nadie mejor que Tucídi<strong>de</strong>s para<br />
curarnos radicalmente <strong>de</strong> e<strong>se</strong> lamentable barniz coloreado <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al con que <strong>se</strong> pinta a<br />
<strong>los</strong> griegos, y que constituye el premio que recibe el joven con «una formación clásica»<br />
por el adiestramiento que le proporciona la en<strong>se</strong>ñanza media para la vida. Hay que<br />
examinar <strong>de</strong>talladamente cada línea suya y <strong>de</strong>scifrar sus pensamientos ocultos. En él<br />
alcanza su máxima expresión la cultura <strong>de</strong> <strong>los</strong> sofistas, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> <strong>los</strong> realistas: e<strong>se</strong><br />
inapreciable movimiento paralelo a la farsa <strong>de</strong> la moral y <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al repre<strong>se</strong>ntada por las<br />
escuelas socráticas, que por entonces irrumpía por todas partes.<br />
La fi<strong>los</strong>ofía griega consi<strong>de</strong>rada como la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l instinto griego;<br />
Tucídi<strong>de</strong>s consi<strong>de</strong>rado como el gran compendio, la última manifestación <strong>de</strong> la<br />
objetividad fuerte, rigurosa y dura, que había en el instinto <strong>de</strong> <strong>los</strong> antiguos helenos. Lo<br />
que, en último término enfrenta a individuos como Tucídi<strong>de</strong>s e individuos como Platón<br />
es la valentía ante la realidad. Platón es un cobar<strong>de</strong> frente a ella, y, en con<strong>se</strong>cuencia, <strong>se</strong><br />
refugia en el i<strong>de</strong>al. Tucídi<strong>de</strong>s es dueño <strong>de</strong> sí mismo, y, por consiguiente, domina<br />
también a las cosas.<br />
3<br />
<strong>El</strong> psicólogo que yo llevo <strong>de</strong>ntro me libró <strong>de</strong> vislumbrar en <strong>los</strong> griegos «almas<br />
hermosas», «áureas mediocrida<strong>de</strong>s» y otras perfecciones por el estilo, así como <strong>de</strong><br />
admirar en el<strong>los</strong>, por ejemplo, la <strong>se</strong>renidad en medio <strong>de</strong> la gran<strong>de</strong>za, <strong>los</strong> <strong>se</strong>ntimientos<br />
i<strong>de</strong>ales y la elevada <strong>se</strong>ncillez —esa «elevada <strong>se</strong>ncillez» que en el fondo no es más que<br />
estupi<strong>de</strong>z alemana—. Lo que yo he vislumbrado en <strong>los</strong> griegos ha sido su instinto más<br />
fuerte, la voluntad <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r; les he visto temblando ante la indomable violencia <strong>de</strong> e<strong>se</strong><br />
instinto; he visto que todas sus instituciones surgieron como mecanismos <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa<br />
para a<strong>se</strong>gurar<strong>se</strong> <strong>los</strong> unos a <strong>los</strong> otros contra la materia exp<strong>los</strong>iva que llevaban <strong>de</strong>ntro. Esa<br />
Proyecto Espartaco 2000 – 2002<br />
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