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El crítico italiano Bruno alfieri describió la obra de Pollock como una manifestación “de<br />
caos con una absoluta falta de armonía, falta de organización estructural, una ausencia total de<br />
técnica y un estilo muy rudimentario”. Sin embargo, reconoció que se sentía ante un pintor<br />
moderno que se ubicó a la vanguardia “de los más avanzados” y remató con una frase polémica:<br />
“Comparado con Pollock, Picasso se convierte en un conformista tranquilo, un pintor del<br />
pasado”.<br />
En La CIA y la guerra fría cultural una investigación de Frances Stonor Saunders editada<br />
en 2001 se habla de las estrategias del gobierno de Estados Unidos y la CIA para imponer su<br />
sistema capitalista del mercado del arte y de la cultura en general, a nivel mundial, derribando<br />
así a su antagonista europeo del comunismo soviético. Stonor Saunders sondea los orígenes<br />
del proceso de colocación de los Estados Unidos, y concretamente de Nueva York, como<br />
centro hegemónico cultural mundial, tras la Segunda Guerra Mundial. El autor indaga en el<br />
proceso de gestación del mercado del arte actual y cuenta cómo la introducción del llamado<br />
Arte Moderno en Estados Unidos, en los años 40, molestó a políticos como el republicano de<br />
Missouri George Dondero quien juzgaba a movimientos de vanguardia como el cubismo, el<br />
futurismo o el expresionismo de tendencias antiartísticas venidas desde el Kremlin. Sin embargo,<br />
según Stonor, Estados Unidos terminó sirviéndose de artistas adscritos al expresionismo<br />
abstracto como Pollock, Gottlieb y William Baziotes para generar un antagonista perfecto<br />
al realismo socialista soviético. Equiparando a la nueva movida artística con el símbolo<br />
del cowboy americano, hubo consenso en que el expresionismo abstracto nacional enarbolaba<br />
la bandera de la libertad en contra de la esclavitud comunal del leninismo y el estalinismo.<br />
El libro consigna que los artistas accedieron, gracias a contactos de la CIA, al sector privado<br />
que terminó subsidiando exposiciones, adquiriendo obras, publicando reportajes en medios<br />
de comunicación y gestionando presentaciones en el extranjero. Nelson Rockefeller, presidente<br />
del MoMA desde1939, y el crítico estadounidense y editor de la influyente The Partisan<br />
Review, Clement Greenberg, fueron algunos de los que subvencionaron proyectos artísticos.<br />
La estrategia mantenida desde mediados de los 40 daría sus frutos más jugosos en la década<br />
siguiente. Con el apoyo ya del todo el gobierno y de los grupos de presión o lobbies estadounidenses<br />
en los 50, estos artistas eran encumbrados mundialmente, generando ingresos enormes<br />
a partir de la compra-venta de sus piezas por coleccionistas privados. En esta particular guerra<br />
ganaban también lo más valioso para el gobierno central, que era la lucha contra el “fantasma”<br />
del comunismo. En resumen, el libro habla de Pollock como el símbolo de un movimiento<br />
artístico profundamente ligado a instituciones políticas que lo promocionaron como tal para<br />
enfrentarlo al realismo socialista.<br />
Con el tiempo, las acciones de prensa jugadas a favor de Nueva York como capital del arte<br />
primero, y en Pollock como artista de moda después, rindieron frutos indeseables para cualquier<br />
artista.<br />
Stonor Saunders arriesgó una teoría sobre la percepción del atormentado autor sobre su éxito<br />
final y su masivo rango de influencia: “No debió sentarle bien a su autor que sus pinturas, ejecutadas<br />
con la vehemencia propia de quien llega al límite físico y mental en cada una de ellas,<br />
acapararan imaginarios visuales más cercanos al dominio de la baja cultura –o directamente<br />
del kitsch–”.<br />
Ya en 1948 Leigh Ashton, director del Victoria and Albert Museum de Londres, escribió con<br />
la mejor de las intenciones que una de sus obras maestras, Cathedral, “podría convertirse en<br />
la más encantadora seda estampada”. Un poco después, en 1951 y en las páginas de la revista<br />
de Vogue, el británico Cecil Beaton fotografiaba a sofisticadas modelos ante los enormes<br />
cuadros de Pollock; pero no cualquiera de ellos, sino los que presentaban tonalidades en armonía<br />
con los exclusivos vestidos de temporada. Por desgracia para el artista, estos no serían<br />
los únicos deslizamientos kitsch de su estilo, especialmente teniendo en cuenta que algo más<br />
tarde el popcorn ceiling se ponía de moda, que aun después aparecerían los primeros patterns<br />
inspirados en sus obras en las prendas de vestir y que finalmente los chefs más reputados han<br />
tomado la costumbre de jugar al dripping con el sirope de chocolate o el vinagre balsámico<br />
sobre blancos platos de diseño<br />
Bibliografía<br />
http://fmls.oxfordjournals.org<br />
http://www.jornada.unam.<br />
mx/2012/01/06/cultura/a02n1cul<br />
http://www.marinanunez.net/textos/<br />
jackson-pollock-y-las-maquinas-dedibujar/