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Revista Quid 47

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De flamante estreno, el programa de televisión<br />

Hombres x Mujeres, viene como revancha al ciclo<br />

anterior, Mujeres x Hombres, producidos por Canal á,<br />

con la conducción e investigación literaria de<br />

Silvia Hopenhayn y la realización de Lizzie Jermoli<br />

Hand, Mariana Redelico y Fabio Salvador, de la<br />

productora Resbud Film & Post. A partir de este mes,<br />

todos los jueves a las 22:30 (repite los viernes a las 13:30<br />

y 18:30, sábados a las 19:00, domingos a las 12:30 y<br />

20:00, y lunes a las 14:30).<br />

(Ella) toca la dulzura del sexo, de la piel, acaricia el color<br />

dorado, la novedad desconocida”. Aquí empieza a surgir una<br />

suerte de espectro de hombre de la ficción, más próximo a lo<br />

monstruoso o lo inasible. Si recaudamos la lista de personajes<br />

masculinos inventados por escritoras mujeres, ceñida a los<br />

más renombrados, llama la atención el recorte cuasi aterrador.<br />

Incluso el más famoso de todos, creado por una mujer,<br />

es un remedo, un engendro… un monstruo: Frankenstein,<br />

de Mary Shelley. Otro desdibujado (¡o traspapelado!): Orlando,<br />

de Virginia Woolf, personaje de varios siglos y ambos<br />

sexos, aunque en el comienzo, es la afirmación de un varón:<br />

“Él –porque no cabía duda sobre su sexo, aunque la moda<br />

de la época contribuyera a disfrazarlo– estaba acometiendo<br />

la cabeza de un moro que pendía de las vigas”. Quizá el más<br />

feroz y al mismo tiempo adorable en su afán de poseer y vengarse<br />

de su estirpe es Heathcliff, el protagonista de Cumbres<br />

borrascosas, la novela pasional y tremenda de Emily Brontë.<br />

Le hace decir a Heathcliff las palabras más duras –y de maravilloso<br />

arrojo al mismo tiempo– a su amante recién fallecida:<br />

“Catherine, ¡haga Dios que no reposes mientras yo viva! Si es<br />

cierto que yo te maté, persígueme. Se asegura que la víctima<br />

persigue a su asesino. Hazlo, pues; sígueme hasta que me enloquezcas.<br />

Pero no me dejes solo en este abismo… Heathcliff<br />

apoyó la cabeza contra el árbol y cerró los ojos. No asemejaba<br />

a un hombre que sufre, sino a una fiera acosada cuyas carnes<br />

desgarran las armas de los cazadores”.<br />

Los personajes varones inventados por mujeres son más<br />

densos (se pueden agregar: Lestat, de Anne Rice o “El desequilibrado”,<br />

de Flannery O’Connor); parecen provenir de<br />

una sospecha, una furia, un deseo inapelable, mientras que<br />

las mujeres inventadas por los escritores tienden a lo sublime,<br />

incluso en su costado más febril; parecen más bien provenir<br />

de una idealización. Al menos los que forman parte de este<br />

ramillete de personajes, anteriores a la literatura del siglo<br />

XXI, que me ha tocado enlazar

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