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De flamante estreno, el programa de televisión<br />
Hombres x Mujeres, viene como revancha al ciclo<br />
anterior, Mujeres x Hombres, producidos por Canal á,<br />
con la conducción e investigación literaria de<br />
Silvia Hopenhayn y la realización de Lizzie Jermoli<br />
Hand, Mariana Redelico y Fabio Salvador, de la<br />
productora Resbud Film & Post. A partir de este mes,<br />
todos los jueves a las 22:30 (repite los viernes a las 13:30<br />
y 18:30, sábados a las 19:00, domingos a las 12:30 y<br />
20:00, y lunes a las 14:30).<br />
(Ella) toca la dulzura del sexo, de la piel, acaricia el color<br />
dorado, la novedad desconocida”. Aquí empieza a surgir una<br />
suerte de espectro de hombre de la ficción, más próximo a lo<br />
monstruoso o lo inasible. Si recaudamos la lista de personajes<br />
masculinos inventados por escritoras mujeres, ceñida a los<br />
más renombrados, llama la atención el recorte cuasi aterrador.<br />
Incluso el más famoso de todos, creado por una mujer,<br />
es un remedo, un engendro… un monstruo: Frankenstein,<br />
de Mary Shelley. Otro desdibujado (¡o traspapelado!): Orlando,<br />
de Virginia Woolf, personaje de varios siglos y ambos<br />
sexos, aunque en el comienzo, es la afirmación de un varón:<br />
“Él –porque no cabía duda sobre su sexo, aunque la moda<br />
de la época contribuyera a disfrazarlo– estaba acometiendo<br />
la cabeza de un moro que pendía de las vigas”. Quizá el más<br />
feroz y al mismo tiempo adorable en su afán de poseer y vengarse<br />
de su estirpe es Heathcliff, el protagonista de Cumbres<br />
borrascosas, la novela pasional y tremenda de Emily Brontë.<br />
Le hace decir a Heathcliff las palabras más duras –y de maravilloso<br />
arrojo al mismo tiempo– a su amante recién fallecida:<br />
“Catherine, ¡haga Dios que no reposes mientras yo viva! Si es<br />
cierto que yo te maté, persígueme. Se asegura que la víctima<br />
persigue a su asesino. Hazlo, pues; sígueme hasta que me enloquezcas.<br />
Pero no me dejes solo en este abismo… Heathcliff<br />
apoyó la cabeza contra el árbol y cerró los ojos. No asemejaba<br />
a un hombre que sufre, sino a una fiera acosada cuyas carnes<br />
desgarran las armas de los cazadores”.<br />
Los personajes varones inventados por mujeres son más<br />
densos (se pueden agregar: Lestat, de Anne Rice o “El desequilibrado”,<br />
de Flannery O’Connor); parecen provenir de<br />
una sospecha, una furia, un deseo inapelable, mientras que<br />
las mujeres inventadas por los escritores tienden a lo sublime,<br />
incluso en su costado más febril; parecen más bien provenir<br />
de una idealización. Al menos los que forman parte de este<br />
ramillete de personajes, anteriores a la literatura del siglo<br />
XXI, que me ha tocado enlazar