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Revista Quid 47

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en ese sentido fue muy acompañada, pero al mismo tiempo<br />

agotó esa simbología que había alentado a miles a participar<br />

incluso voluntariamente. Por eso, al comienzo, la novela toma<br />

como eje la conmemoración del soldado desconocido, para<br />

que todos puedan referir en él a su propia pérdida. Eso es<br />

algo que queda instalado como mecanismo de la memoria a<br />

partir de ese momento. Y tiene que ver, paradójicamente, con<br />

una masificación de la muerte y con una extensión de derechos,<br />

es decir el sacrificio que otorga la conmemoración de<br />

tus semejantes.<br />

–Otro hallazgo de la novela es la inclusión como protagonista<br />

de Llwyfen, un galés nacido en Patagonia que<br />

marca un punto singular en cuanto a la identidad… La<br />

figura de Llwyfen a mí me gusta mucho porque me permite<br />

mostrar las múltiples identidades posibles de una persona,<br />

pero que en definitiva cuando una experiencia como la guerra<br />

te atraviesa, lo lleva a preguntarse: “¿Qué soy yo?”. Y la<br />

respuesta que encuentra, palabras más o palabras menos, es:<br />

“Soy un sobreviviente más que ninguna otra cosa”. Eso me<br />

permite problematizar algo que me molesta mucho en términos<br />

de justicia, y es que los muertos no pueden decir nada<br />

sobre ellos, en un sentido que excede a la novela. A la vez me<br />

interesaba mostrar el efecto de esa guerra que fue llamada<br />

“mundial” aunque se reprodujo en el escenario europeo, movió<br />

distintas identidades en diferentes rincones del planeta.<br />

En este caso, Llwyfen es galés, pero también es argentino y<br />

combate contra los alemanes, me permite mostrar las capas<br />

de esos vínculos y cómo la guerra los convoca.<br />

–¿Y cómo expresa Llwyfen su condición de argentino,<br />

además de ser un gran consumidor de mate? Hay que<br />

entender que Llwyfen representa a la primera generación de<br />

hijos de europeos que marchan a combatir por lo que consideran<br />

su país. Pero es interesante notar que entre la elite<br />

argentina, la Primera Guerra Mundial fue vista como la posibilidad<br />

de que las viejas potencias se agotaran y les pasaran la<br />

“antorcha de la civilización” a sus herederos naturales, es decir,<br />

a ellos, la elite argentina. Eso hizo que muchos miembros<br />

de la oligarquía argentina se enrolaran para pelear en defensa<br />

de Francia, lo cual simboliza todo un fenómeno de época.<br />

–El tema del “cuerpo ausente” presenta también un<br />

carácter singular si se traza una analogía entre la solemnidad<br />

con la que es homenajeado por los militares<br />

europeos y el oprobio del olvido que intentó la dictadura<br />

argentina… Sí, y es cierto lo que señalás, porque si bien<br />

hoy es posible ver al desaparecido como una figura consagrada<br />

de la política argentina, pero no lo es en su origen, donde<br />

tiene que ver con una lógica represiva. También me interesaba<br />

mostrar que cuando uno accede a esa historia argentina,<br />

lo hace bajo la idea de una excepcionalidad muy grande.<br />

Cuando me involucro en la problematización de la temporalidad<br />

con los muertos y demás, me doy cuenta de que nuestro<br />

dolor como sociedad no era el único. Esa concepción también<br />

puede ser cultural y políticamente paralizante. Por eso me<br />

interesó poner en discusión, en boca de los personajes, lo que<br />

se puede decir y no de los muertos, que forma parte de un<br />

debate que está vedado sobre ese pasado. Lo que se dice de<br />

los muertos en la Europa de los años 20, me sirve para hablar<br />

sobre lo que se dice de los muertos en Argentina de 2013.<br />

–Pero hay una diferencia esencial: el soldado desaparecido<br />

representaba para la sociedad inglesa de su tiempo<br />

a un “nosotros” con quien el desaparecido argentino<br />

no se corresponde, al menos en un primer momento…<br />

En efecto, es así, porque en el caso de las víctimas británicas<br />

es un nosotros que remite a la Nación, y eso no es posible en<br />

el caso de los desaparecidos si bien al menos hoy, en un nivel<br />

dominante del discurso, también son de todos. Esto no siempre<br />

fue así, y lo que emparenta a ambas víctimas es que ese<br />

relato monolítico sobre el sentido de su muerte se disuelve<br />

en el plano personal. Hace un rato hablaba de justicia, y hay<br />

algo que me impresiona mucho: cómo las explicaciones abarcadoras,<br />

con una cierta pretensión totalizante, borran esas<br />

individualidades de modo definitivo. La vida que se arruina o<br />

se tuerce para siempre en el plano de una familia, tiene poco<br />

que hacer frente al relato que elabora una sociedad para explicar.<br />

Puede ayudar, pero en un punto resulta irreversible.<br />

–Esa relación con el “nosotros” a nivel nacional del que<br />

hablábamos, quizá pueda tener correspondencia con el<br />

caso Malvinas, que también es otro de los centros temáticos<br />

de sus trabajos. ¿Encontró paralelismos en este<br />

caso? A una escala menor. La forma que asume el entierro de<br />

los muertos en Malvinas, más allá de que ahora hay disputas<br />

por identificarlos o no, es la forma tradicional que alumbra la<br />

Primera Guerra. El ejército británico que viajó a Malvinas a<br />

recuperar las islas, lo hizo con la experiencia a cuestas de la<br />

Primera Guerra, y en cambio las fuerzas argentinas fueron<br />

sin esa experiencia. ¿Qué quiero decir con esto? Que la idea<br />

patriótica y hasta el entusiasmo que llevaron los argentinos,<br />

se parece mucho al de los europeos en el 14. Ese nunca<br />

puede ser el caso de los ingleses. Una cosa es la retórica para<br />

la prensa de Thatcher, y otra muy distinta es una sociedad<br />

que pasa por dos guerras mundiales y las gana. Eso, en perspectiva,<br />

marca una brecha. Estuve viendo cartas de soldados<br />

argentinos enviadas desde las islas, y no tienen muchas diferencias<br />

con las que fueron enviadas desde el frente en el 14.<br />

–¿Qué vínculos y diferencias encuentra entre la narración<br />

histórica y la ficción? Me siento mucho más libre<br />

escribiendo ficción. Hay ciertas cuestiones que tienen que ver<br />

con el pasado reciente que sólo puedo llevarlo a cabo desde<br />

la ficción. El rigor investigativo y el trabajo de escritura me<br />

resultan igualmente placenteros en los dos campos, pero la<br />

libertad de decir cosas es mayor, aun tomando en cuenta que<br />

sea lo más verosímil posible. No Llwyfen, pero sí muchos<br />

personajes, escenarios y episodios que están en la novela<br />

existieron en verdad, fueron reales. Y sin embargo, no diría<br />

que se trata de un libro histórico, sino de la novela de un<br />

historiador<br />

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