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Manuel López Casquete de Prado<br />
foto: antonio gavilán montero<br />
Las fronteras interiores<br />
Jiddu Krishnamurti, en sus frecuentes<br />
intervenciones públicas,<br />
solía insistir en que el mundo es<br />
el reflejo exacto de lo que el hombre<br />
contiene en sí: las guerras, divisiones,<br />
enfrentamientos, pero también el<br />
amor, la bondad y la generosidad que<br />
hay en el mundo no son sino expresión<br />
de lo que acontece en el interior de los<br />
seres humanos. Esta idea, sin ser especialmente<br />
novedosa o sorprendente, es<br />
muy iluminadora de cara a comprender<br />
el fenómeno fronterizo, no solo en<br />
su origen remoto, sino en los perfiles<br />
que cobra en la actualidad.<br />
Tomemos como ejemplo la leyenda<br />
de la fundación de Roma. Rómulo<br />
y Remo deseaban fundar un asentamiento<br />
en el Lazio, junto al Tíber;<br />
Remo se inclinaba por el promontorio<br />
del Aventino, mientras que Rómulo<br />
prefería la colina del Palatino. Dejaron<br />
su disputa al arbitrio de los dioses, y<br />
cada uno de ellos permaneció apostado<br />
en su colina esperando una señal.<br />
La mañana del 21 de abril del año<br />
753 A.C., Remo divisó seis enormes<br />
buitres sobre el Aventino, lo cual consideró<br />
una señal de los dioses, y lleno<br />
de júbilo corrió a comunicárselo a su<br />
hermano. Detengamos por un instante<br />
la carrera de Remo para atender al<br />
primer impulso que ha motivado históricamente<br />
la generación de fronteras:<br />
la identificación de un pueblo con un<br />
lugar geográfico –tanto ad intra como<br />
ad extra–, la protección de sus habitantes<br />
y de sus bienes materiales y culturales,<br />
y la demarcación del territorio<br />
en el que está vigente un determinado<br />
ordenamiento jurídico inspirado por<br />
los valores que comparten sus ciudadanos.<br />
Siguiendo el planteamiento de<br />
Krishnamurti, no nos resulta difícil<br />
detectar estos mismos impulsos en la<br />
persona individual y en sus legítimas<br />
necesidades de identificarse –ante sí<br />
mismo y ante los demás–, de sentirse<br />
protegido en su integridad física, religiosa,<br />
cultural y económica, y de poder<br />
orientar su comportamiento según los<br />
valores con los que comulga.<br />
Sin embargo, otras motivaciones<br />
del fenómeno fronterizo son menos<br />
plausibles; regresemos a la carrera de<br />
Remo y veámosle aproximarse a la<br />
colina en la que aguardaba su hermano.<br />
Mientras Remo corría, una bandada de<br />
doce pájaros sobrevolaba la colina del<br />
Palatino, lo cual Rómulo interpretó<br />
también como una señal de los dioses.<br />
Con ayuda de un arado, comenzó<br />
enseguida a cavar el pomerium, el foso<br />
circular que fijaría el límite sagrado<br />
de la nueva ciudad, prometiendo dar<br />
muerte a quien osara atravesarlo. Pero<br />
Remo, enojado por su derrota, lo cruzó<br />
desafiante, siendo el primero en pagar<br />
con su vida la violación de la frontera<br />
sagrada de Roma.<br />
Como en el caso de Rómulo, otra<br />
de las motivaciones del fenómeno<br />
fronterizo ha sido la de erigir un muro<br />
que excluya y convierta en enemigos<br />
a quienes quedan fuera de sus límites,<br />
a los que a menudo se ha considerado<br />
Manuel López Casquete de Prado<br />
(Sevilla, 1974) es licenciado en<br />
Derecho y doctor en Ciencias Jurídicas<br />
y Empresariales por las universidades<br />
de Sevilla y Córdoba, respectivamente.<br />
Entre otras titulaciones, es Máster en<br />
Métodos de investigación en ciencias<br />
económicas y empresariales. Es profesor<br />
del departamento de Filosofía y<br />
Humanidades de la Universidad Loyola<br />
Andalucía de Sevilla y ha desempeñado<br />
varios cargos en tareas relacionadas<br />
con la promoción comercial<br />
internacional. Es autor de artículos y<br />
de los libros titulados Regreso a la felicidad<br />
del silencio (2006), Las dos puertas<br />
(2007) y La Tienda del Encuentro<br />
(2013), todos ellos publicados en<br />
Desclée De Brouwer.<br />
inferiores o indignos por el simple<br />
hecho de rezar a otros dioses, atesorar<br />
una tradición cultural diferente o sencillamente<br />
por no ser de los nuestros.<br />
También ha servido para evitar que<br />
los extranjeros utilicen los recursos<br />
existentes en el territorio delimitado<br />
por la frontera. A lo largo de la historia,<br />
cuando un pueblo se ha sentido lo<br />
suficientemente superior y poderoso,<br />
se ha visto impulsado a ensanchar sus<br />
fronteras para anexionar los territorios<br />
de otros pueblos y, de este modo,<br />
anular su cultura, civilizarlos y utilizar<br />
sus bienes y a su población en provecho<br />
propio. Incluso hemos asistido al<br />
complejo de inferioridad de pueblos<br />
que, a pesar de poseer una tradición<br />
cultural propia, han borrado sus fronteras<br />
para asociarse a superpotencias<br />
vecinas.<br />
Echemos mano otra vez de la idea<br />
de Krishnamurti; de nuevo nos resulta<br />
fácil detectar motivaciones personales<br />
análogas a las expuestas. Me refiero al<br />
entramado de barreras que erigimos<br />
para distanciarnos de aquellos a quienes<br />
consideramos distintos, indignos<br />
o inferiores desde el punto de vista<br />
social, económico, ideológico, etc.; al<br />
rechazo a quienes provienen de matrices<br />
culturales o religiosos que nos<br />
resultan amenazadores, al lindero que<br />
aleja nuestro patrimonio de las manos<br />
de quienes tienen menos que nosotros,<br />
al impulso por dominar a otros,<br />
por controlar o civilizar a nuestro<br />
criterio su modo de pensar o actuar, o<br />
incluso –en el caso de personas con una<br />
estima propia más débil– la tendencia a<br />
dejarse invadir por aquellos a quienes<br />
se atribuye autoridad o primacía.<br />
En la actualidad, muchas de nuestras<br />
fronteras son difusas a causa del<br />
diferente grado de transferencia de<br />
competencias entre distintos entes<br />
territoriales, desde las organizaciones<br />
de integración como la Unión<br />
Europea hasta las unidades políticoadministrativas<br />
más pequeñas, como<br />
los municipios. Otras, en cambio,<br />
están firmemente trazadas y procuran<br />
ser tan impermeables como sea posible.<br />
Especialmente dolorosas resultan<br />
para Europa las heridas de Lampedusa<br />
y Gibraltar. Pero lo común a todo<br />
fenómeno fronterizo es que, en su gestación,<br />
coexisten motivaciones plausibles<br />
con otras que no lo son, del mismo<br />
modo que en el ser humano conviven<br />
impulsos éticamente contrapuestos.<br />
Este hecho pide que llevemos la<br />
atención a las barreras que erigimos<br />
desde nuestro interior, a nuestras fronteras<br />
interiores. Se trata de una tarea<br />
de responsabilidad para con nosotros<br />
mismos y para con la humanidad que<br />
10 <strong>El</strong> <strong>Ciervo</strong> ˜ <strong>Enero</strong>-<strong>Febrero</strong> <strong>2015</strong>