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La geografía<br />
contra la estrategia<br />
j. m. martí font<br />
<strong>El</strong> 39 Premio Enrique Ferrán de artículos, que <strong>El</strong> <strong>Ciervo</strong> convocó bajo el lema ‘Qué será de las fronteras’, ha sido<br />
otorgado al periodista José María Martí Font. Su texto recorre fronteras con agilidad y conocimiento. A continuación,<br />
reproducimos el texto ganador, acompañado por los cuatro finalistas. La variedad en las formas de abordar el tema<br />
ha sido la característica esencial entre los trabajos de este año.<br />
“Las fronteras<br />
están para<br />
controlar<br />
o impedir todo<br />
lo que viene<br />
de afuera<br />
Las fronteras no van a dejar de<br />
existir. <strong>El</strong> nuevo orden mundial<br />
–si es que se le puede llamar<br />
orden a lo que nos rodea— no contempla<br />
esta posibilidad. Las fronteras aparecen,<br />
se mueven, a veces incluso desaparecen,<br />
pero sólo porque se diluyen<br />
dentro de otras fronteras más extensas,<br />
lo que no siempre es en beneficio de<br />
los ciudadanos. Parece como si hubiera<br />
algo genético en su existencia: los predadores<br />
marcan su territorio orinando<br />
en los árboles. Algunas fronteras son<br />
obvias, fijadas por la geografía. Otras<br />
son cicatrices impuestas por la fuerza.<br />
En Europa las hay de ambos tipos.<br />
También hay algunas que se han difuminado<br />
y otras que han reaparecido<br />
desde el fondo de la historia.<br />
Quienes vivimos en territorios<br />
delimitados por la orografía, sean<br />
islas, penínsulas o espacios marcados<br />
por cordilleras o grandes ríos, caemos<br />
a menudo en el error de creer<br />
que las fronteras son algo natural.<br />
Desde los países del sur miramos el<br />
mapa de abajo a arriba. Cuando llegué<br />
a Alemania en la primavera de<br />
1989 entendí que el mapa de Europa<br />
debía contemplarse desde el centro<br />
y poniéndolo al revés. En la periferia<br />
flotan las islas y las penínsulas.<br />
Lo importante es el continente. En<br />
aquel momento había una frontera<br />
clara: la que separaba los dos bloques<br />
enfrentados apuntándose con miles<br />
de cabezas nucleares. Lo demás era<br />
secundario. A lo largo de aquel año<br />
desmesurado en el que la historia se<br />
aceleró, el mundo congelado de la<br />
Guerra Fría saltó por los aires y sobre<br />
el mapa político emergió lo que siempre<br />
había estado allí: la geografía.<br />
Nos movemos sobre un mar cambiante<br />
del que emergen elementos estáticos<br />
que las grandes corrientes sortean<br />
según los vientos y las mareas de cada<br />
momento. Los países, los Estados –<br />
descubrí entonces– podían moverse<br />
en el mapa y las fronteras eran conjuros,<br />
al tiempo sagrados y banales.<br />
Reaparecieron grandes fracturas, como<br />
la que dibujó el Cisma de Oriente hace<br />
casi un milenio; que separa a católicos<br />
y ortodoxos, a quienes escriben con el<br />
alfabeto latino y quienes lo hacen en<br />
cirílico.<br />
La falla pasaba precisamente por<br />
Bosnia, exactamente por Sarajevo. En<br />
un momento en el que las fronteras se<br />
volatilizaban asistí atónito a la creación<br />
de una nueva: la que separó Chequia de<br />
Eslovaquia, levantada por dos políticos<br />
sin escrúpulos que ni se molestaron en<br />
preguntar a sus ciudadanos. <strong>El</strong> neoliberal<br />
converso Vaclav Klaus se deshizo de<br />
Eslovaquia, la parte más pobre y problemática<br />
de Checoslovaquia, dejándosela<br />
al impresentable Vladimir Meciar,<br />
un populista xenófobo y revanchista.<br />
Para otros pueblos, otras sociedades,<br />
como las Repúblicas bálticas, recuperar<br />
sus fronteras supuso liberarse de<br />
los poderosos vecinos que los habían<br />
8 <strong>El</strong> <strong>Ciervo</strong> ˜ <strong>Enero</strong>-<strong>Febrero</strong> <strong>2015</strong>