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El Ciervo 750 Enero/Febrero 2015

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La geografía<br />

contra la estrategia<br />

j. m. martí font<br />

<strong>El</strong> 39 Premio Enrique Ferrán de artículos, que <strong>El</strong> <strong>Ciervo</strong> convocó bajo el lema ‘Qué será de las fronteras’, ha sido<br />

otorgado al periodista José María Martí Font. Su texto recorre fronteras con agilidad y conocimiento. A continuación,<br />

reproducimos el texto ganador, acompañado por los cuatro finalistas. La variedad en las formas de abordar el tema<br />

ha sido la característica esencial entre los trabajos de este año.<br />

“Las fronteras<br />

están para<br />

controlar<br />

o impedir todo<br />

lo que viene<br />

de afuera<br />

Las fronteras no van a dejar de<br />

existir. <strong>El</strong> nuevo orden mundial<br />

–si es que se le puede llamar<br />

orden a lo que nos rodea— no contempla<br />

esta posibilidad. Las fronteras aparecen,<br />

se mueven, a veces incluso desaparecen,<br />

pero sólo porque se diluyen<br />

dentro de otras fronteras más extensas,<br />

lo que no siempre es en beneficio de<br />

los ciudadanos. Parece como si hubiera<br />

algo genético en su existencia: los predadores<br />

marcan su territorio orinando<br />

en los árboles. Algunas fronteras son<br />

obvias, fijadas por la geografía. Otras<br />

son cicatrices impuestas por la fuerza.<br />

En Europa las hay de ambos tipos.<br />

También hay algunas que se han difuminado<br />

y otras que han reaparecido<br />

desde el fondo de la historia.<br />

Quienes vivimos en territorios<br />

delimitados por la orografía, sean<br />

islas, penínsulas o espacios marcados<br />

por cordilleras o grandes ríos, caemos<br />

a menudo en el error de creer<br />

que las fronteras son algo natural.<br />

Desde los países del sur miramos el<br />

mapa de abajo a arriba. Cuando llegué<br />

a Alemania en la primavera de<br />

1989 entendí que el mapa de Europa<br />

debía contemplarse desde el centro<br />

y poniéndolo al revés. En la periferia<br />

flotan las islas y las penínsulas.<br />

Lo importante es el continente. En<br />

aquel momento había una frontera<br />

clara: la que separaba los dos bloques<br />

enfrentados apuntándose con miles<br />

de cabezas nucleares. Lo demás era<br />

secundario. A lo largo de aquel año<br />

desmesurado en el que la historia se<br />

aceleró, el mundo congelado de la<br />

Guerra Fría saltó por los aires y sobre<br />

el mapa político emergió lo que siempre<br />

había estado allí: la geografía.<br />

Nos movemos sobre un mar cambiante<br />

del que emergen elementos estáticos<br />

que las grandes corrientes sortean<br />

según los vientos y las mareas de cada<br />

momento. Los países, los Estados –<br />

descubrí entonces– podían moverse<br />

en el mapa y las fronteras eran conjuros,<br />

al tiempo sagrados y banales.<br />

Reaparecieron grandes fracturas, como<br />

la que dibujó el Cisma de Oriente hace<br />

casi un milenio; que separa a católicos<br />

y ortodoxos, a quienes escriben con el<br />

alfabeto latino y quienes lo hacen en<br />

cirílico.<br />

La falla pasaba precisamente por<br />

Bosnia, exactamente por Sarajevo. En<br />

un momento en el que las fronteras se<br />

volatilizaban asistí atónito a la creación<br />

de una nueva: la que separó Chequia de<br />

Eslovaquia, levantada por dos políticos<br />

sin escrúpulos que ni se molestaron en<br />

preguntar a sus ciudadanos. <strong>El</strong> neoliberal<br />

converso Vaclav Klaus se deshizo de<br />

Eslovaquia, la parte más pobre y problemática<br />

de Checoslovaquia, dejándosela<br />

al impresentable Vladimir Meciar,<br />

un populista xenófobo y revanchista.<br />

Para otros pueblos, otras sociedades,<br />

como las Repúblicas bálticas, recuperar<br />

sus fronteras supuso liberarse de<br />

los poderosos vecinos que los habían<br />

8 <strong>El</strong> <strong>Ciervo</strong> ˜ <strong>Enero</strong>-<strong>Febrero</strong> <strong>2015</strong>

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