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primeras-paginas-verdad-sobre-caso-harry-quebert

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tra el Estado de Arizona y, a partir de entonces, la obligación paratodos los polis de soltar eso de: «Tiene derecho a permanecer en silencioy a llamar a un abogado, y si no puede pagarlo, tiene derechoa un abogado de oficio». En fin, que todo ese rollo idiota quese escucha siempre en el cine ¡se lo debemos al amigo Ernesto!Moraleja: la justicia en América, Goldman, es un trabajo en equipo,todo el mundo puede participar. Así que tome posesión de estacasa, nada se lo impide, y si la policía tiene la cara de venir a molestarle,le dice que hay un vacío jurídico, les menciona la CorteSuprema y les amenaza también con pedir daños y perjuicios. Esosiempre asusta. Aunque yo no tengo las llaves de la casa, claro.Saqué un juego del bolsillo.—Harry me las había confiado hacía tiempo —dije.—Goldman, ¡es usted un mago! Pero, por Dios, no crucelas cintas policiales: tendríamos problemas.—Se lo prometo. Por cierto, Benjamin, ¿qué se sacó delregistro de la casa?—Nada. La policía no encontró nada. Por esa razón la viviendaestá libre de sospecha.Roth se marchó y penetré en la inmensa casa desierta. Cerréla puerta a mi espalda y me metí directamente en el despacho,para buscar la famosa caja. Pero ya no estaba allí. ¿Qué habría hechoHarry con ella? Quería tenerla en mis manos por encima detodo y me puse a registrar las bibliotecas del despacho y del salón.En vano. Decidí entonces inspeccionar todas las habitaciones enbusca del más mínimo elemento que pudiese ayudarme a comprenderlo que había pasado allí en 1975. ¿Habría sido Nola Kellerganasesinada en alguna de esas habitaciones?Encontré algunos álbumes de fotos que no había vistonunca o en los que no me había fijado. Abrí uno al azar, y dentrodescubrí fotos de Harry y mías de la época universitaria. En elaula, en la sala de boxeo, en el campus, en ese diner donde quedábamosa menudo. Había incluso imágenes de la entrega de mi diploma.El siguiente álbum estaba lleno de recortes de prensa acercade mí y de mi libro. Tenía algunos párrafos marcados en rojo osubrayados; en ese instante me di cuenta de que Harry había seguidomi carrera con mucha atención, conservando cuidadosamentetodo lo que se relacionaba conmigo. Encontré hasta el re­

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