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primeras-paginas-verdad-sobre-caso-harry-quebert

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—Tras la segunda llamada de la abuela Coo per, variasunidades de la zona se habían puesto en camino. Al llegar a laorilla del bosque de Side Creek, un ayudante del sheriff localizóun Chevrolet Monte Carlo negro que huía en dirección norte. Seordenó perseguirlo, pero el coche se nos escapó a pesar de los controles.Nos pasamos las semanas siguientes buscando a Nola: peinamostoda la zona. ¿Quién podía pensar que estaba en Goo seCove, en casa de Harry Quebert? Todos los indicios indicaban queprobablemente se encontraba en alguna parte de ese bosque. Organizamosbatidas interminables. Nunca encontramos ni el cocheni a la chiquilla. Si hubiésemos podido, habríamos registrado elpaís entero, pero tuvimos que interrumpir la búsqueda tres semanasdespués, con todo el dolor de nuestro corazón, porque los jefazosde la policía estatal decretaron que la investigación era demasiadocostosa y los resultados demasiado inciertos.—¿Había algún sospechoso en aquella época?Dudó un instante y después me dijo:—Nunca se hizo oficial, pero... estaba Harry. Teníamosnuestras razones. Quiero decir: tres meses después de su llegada aAurora, la pequeña Kellergan desaparecía. Extraña coincidencia,¿no? Y, <strong>sobre</strong> todo, ¿qué coche conducía en aquella época? UnChevrolet Monte Carlo negro. Pero no había pruebas suficientesen su contra. En el fondo, ese manuscrito es la prueba que buscábamoshace treinta años.—No puedo creerlo, no de Harry. Y además, ¿por quéhabría dejado una prueba tan comprometedora junto al cuerpo?¿Y por qué habría mandado a los jardineros cavar allí donde habíaenterrado un cadáver? No se sostiene.Travis se encogió de hombros.—Confía en mi experiencia de poli: nunca se sabe de qué escapaz la gente. Sobre todo aquellos que creemos conocer bien.Tras estas palabras, se levantó y se despidió cordialmente.«Si puedo hacer algo por ti, no lo dudes», me dijo antes de marcharse.Pinkas, que había seguido la conversación sin intervenir,repitió, incrédulo: «Dios santo, nunca supe que la policía hubierasospechado de Harry...». No respondí. Sólo arranqué la primerapágina del periódico para llevármela y, aunque todavía era temprano,partí hacia Concord.

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