Cómo es ser hija <strong>de</strong> putaJCMNo conozco a mi papá, se murió, lo mataron. Lo mataron enun asalto, pero no sé bien, nunca me interesó saber nada<strong>de</strong> él. Mi mamá dice que lo conoció antes <strong>de</strong> prostituirse,y que lo mataron en un robo, pero poco me importa, comodije, nunca lo conocí. A mi mamá sí la conozco bien. Sé quees prostituta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que tengo uso <strong>de</strong> razón y la amo como anadie en el mundo.Tengo pocos recuerdos <strong>de</strong> infancia. Sé que fuimosmuchos hermanos. Mamá siempre fue <strong>de</strong> muy buen corazón:cuando veía a alguien mal (un niño indigente, drogadictoo maltratado), se lo llevaba para la casa y le daba lamisma sopa que nos daba a sus cuatro hijos biológicos (todos<strong>de</strong> padres distintos). Nunca diferenciaba entre ellos ynosotros. Ella iba, trabajaba y trabajaba, salía a las seis <strong>de</strong>la mañana y llegaba a las diez <strong>de</strong> la noche. La veíamos muypoco, pero mi abuela, que es testigo <strong>de</strong> Jehová y que siemprele pidió que <strong>de</strong>jara la prostitución, nos cuidaba. Hija eshija y mi abuela es la mejor mamá <strong>de</strong>l mundo.Mi mamá no se quedó atrás, siempre fue una mujerresponsable, nunca nos <strong>de</strong>jó aguantar hambre. Nos dioeducación y nunca nos llevó a la calle a pedir plata. Jamásbebió o fumó <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nosotros, tampoco llevó a ningún140
hombre a la casa. Simplemente iba, trabajaba y respondía.Al principio vivimos en Me<strong>de</strong>llín, en una comuna muyviolenta. Eran tiempos en los que salías y veías cómo matabanal vecino. En ese entonces mamá nos <strong>de</strong>cía: “adiós,me voy a trabajar”. Nosotros le preguntábamos: “¿a dón<strong>de</strong>se va?”. Y nos respondía: “pues a putearme, porque ¿quémás?”. Mis hermanos lloraban mucho, pero yo era muyniña y no entendía lo que eso significaba.Fui creciendo, viendo que mi mamá hacía “eso”, y nole vi nada <strong>de</strong> malo <strong>de</strong>spués. Habría sido distinto si me hubieraenterado más tar<strong>de</strong>, habría sido capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarla, <strong>de</strong>irme y no volver a verla.“Hay mujeres ministras, senadoras, amas <strong>de</strong> casa;yo soy prostituta y no me avergüenzo”, <strong>de</strong>cía Silvia, mi madre.Es una opción <strong>de</strong> vida en un mundo y en un país don<strong>de</strong>no hay oportunida<strong>de</strong>s. Yo respeto el oficio, pero nunca heaceptado que mi madre esté metida en eso. Es algo con loque creces, un dolor que siempre está ahí como una espinaen tu corazón. Vas creciendo y empiezas a <strong>de</strong>cir: “algún díayo la saco, algún día yo la saco. Yo voy a trabajar por ella yle voy a <strong>de</strong>cir, ¡no más!”. Y eso hice. La convencí <strong>de</strong> que me<strong>de</strong>jara trabajar como casera en un putea<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> un amigosuyo. Ella me <strong>de</strong>cía siempre: “si usted se mete <strong>de</strong> prostituta,allá usted, es su vida, pero si llego a verla en una esquina,la mato. Que yo lo haga no quiere <strong>de</strong>cir que usted también,porque yo a usted la he criado y le he dado educación”.Logré convencerla <strong>de</strong> que no me iba a putear y medijo: “usted ya sabe como es la vida <strong>de</strong> una prostituta, ustedverá”. El hecho fue que mi sueldo no alcanzó para sostenernos.Perdí el trabajo, ella volvió a lo mismo, pero yo madurémucho.Un día caminé con ellas. Las oyes hablar <strong>de</strong> sexo, lasves echar perico, meter marihuana. Entonces ya no dices:<strong>Fugas</strong> <strong>de</strong> <strong>tinta</strong> 2141
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también se acostó con otro amigo
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con sus “trabajos”. Y ya sin el
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