20qué no le había pedido la llave <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> él. Así era Pedro,pero yo no hubiera sido capaz <strong>de</strong> hacer eso, y tampoco levolví a nombrar a Diego y él tampoco me volvió a hablar <strong>de</strong>Nury. Los días eran cada vez más complejos para los dos.Yo escuchaba todas las mañanas cuando él llegaba porquesonaban las llaves al abrir la puerta. Luego iba, me saludaba,yo hacía mi oficio y luego entraba a la casa <strong>de</strong> él. Y pocoa poco fuimos perdiendo la pena. A veces él me ayudaba enmi casa o s no llevaba mi trabajo a la <strong>de</strong> él, y trabajábamoslo <strong>de</strong> los dos. Cuando le traían el almuerzo, él lo compartíaconmigo, aún sabiendo que yo tenía el mío, y si veía que eratar<strong>de</strong> y yo no había ido a mi casa a almorzar se preocupaba einmediatamente enviaba a comprar almuerzo para mí. A lascuatro o cinco <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, él se iba para su casa a bañarse ycambiars, mientras yo le ayudaba en el “negocio”. Cuandollegaba <strong>de</strong> 5 y 30 a 6, yo me iba a organizar. Salía por ahí alas 7 y él, lógico, ya me estaba esperando. A veces me dabacomo vergüenza tocar la puerta, pero podía más mi necesidad<strong>de</strong> estar con él, y si yo no salía rápido don<strong>de</strong> Pedro,él salía a buscarme. Entrábamos a la casa <strong>de</strong> él y esperabaa que llegara el que nos hacía los mandados. Entonces, lomandaba a comprar la comida para los dos, aunque, igual,a él le mandaban <strong>de</strong> la casa.Z. Tan lindo… ¿no?N. Sí… es que él como que se tomó muy a pecho la responsabilidadconmigo. Pedro sabía que yo me rebuscaba laplata, que no me faltaba la comida, que como pobre no mefaltaba nada, pero a pesar <strong>de</strong> que él tenía su familia, no seescatimaba nada conmigo. Yo no era ninguna patrona, nitenía muchas entradas, pero sí para mi diario y el <strong>de</strong> mi hijo.El caso es que Pedro se preocupaba por mi alimentación,me obsequiaba cosas, me pagaba <strong>de</strong>udas, me daba ciertogusto. Cuando me invitaban a salir él me daba plata, dizque
para que no me fueran a “humillar” por un trago y que medivirtiera mucho ya que no podía hacerlo con él. Duranteel tiempo que estuvimos juntos, nunca salimos a un sitiopúblico, ni a discoteca, ni a bar, ni a cine y claro, con todosesos <strong>de</strong>talles, con ese cariño y confianza que me brindaba yono quería <strong>de</strong>spegarme <strong>de</strong> él. Él no era así conmigo porquetuviera un interés particular; yo siempre veía en su miradabrillante la sinceridad <strong>de</strong> su cariño. Uno <strong>de</strong> tantos días en latar<strong>de</strong>, aún no habíamos terminado <strong>de</strong> trabajar, paramos unrato y empezamos a conversar mientras veíamos televisión.Yo me levanté <strong>de</strong> la silla y fui a cambiar el canal, cuando,<strong>de</strong> pronto, él se pegó por mi espalda, me abrazó y empezóa acariciarme muy apasionado. Yo sentía la corriente querecorría todo mi cuerpo y <strong>de</strong>seaba con fuerza que no se <strong>de</strong>tuviera,pero el miedo a sufrir me hizo <strong>de</strong>tenerlo. Pensé quese iba a enojar conmigo, pero no, me abrazó fuerte y me dijoque tranquila, que él no me quería por sexo, que si yo noquería estar con él, me lo respetaba, que lo disculpara.Z. Ah… ¿y usted por qué hizo eso? Él te respetaba peroquería algo bueno.N. La verdad sí, él nunca fue más allá <strong>de</strong> don<strong>de</strong> yo lopermitiera y muchos días siguieron así. Pedro y yo compartíamosmuchas cosas en común, incluso amigos, en especialPipe. Este muchacho había sido amigo <strong>de</strong> él, <strong>de</strong> toda lavida. Des<strong>de</strong> niños habían compartido muchas fechorías yese mismo Pipe también hablaba conmigo. Yo sí lo conocíahacía poco pero la pegábamos bien. Incluso yo le gustaba aél: en una oportunidad me pidió que fuéramos novios y yole di un beso porque por esos días no tenía a nadie. Pipe eraespecial conmigo, pero en fin, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ese único beso nopasó nada, porque en realidad no me gustaba para novio. Lobesé tal vez por cortesía pero nada más. Un día estábamosPedro y yo en la casa <strong>de</strong> él, en el “trabajo”, cuando silbaron.<strong>Fugas</strong> <strong>de</strong> <strong>tinta</strong> 221
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