34mis hermanas <strong>de</strong> compras, y cómo no, compré una minifalday una blusa color beige. Se me veía muy bien, por lo quesoy <strong>de</strong> piernas gruesas, a él le gustaban mucho mis piernasy mi cabello negro, ondulado y largo. Estuvimos todo el díapaseando y comprando. Cuando llegamos en la noche nossentamos en el andén <strong>de</strong> la calle, don<strong>de</strong> vive mi otra hermana,al frente <strong>de</strong>l callejón. Pedro iba saliendo con un DVD,o algo así, no recuerdo bien. Iba para don<strong>de</strong> la dueña <strong>de</strong>lnegocio que también vivía en esa cuadra. Él iba con su gorritaque no le podía faltar, sin camisa como me gustaba verlo.Ese día disfruté una vez más <strong>de</strong> su mirada y <strong>de</strong> su pícarasonrisa, ya que mi hermana le dijo algo, y él volteó a mirardon<strong>de</strong> estábamos sentadas y se sonrió.Z. ¿Estaba lindo?N. Sí, y yo encantada, mirándolo, y cuando volvió <strong>de</strong>don<strong>de</strong> la señora, entró y se perdió en el callejón, que estabaoscuro, y al fondo solo se veía el bombillo <strong>de</strong> la casa don<strong>de</strong>él trabajaba. Al rato yo entré a mi casa a <strong>de</strong>jar los paquetesy a sacar plata. Cuando iba a salir miré hacia la ventana <strong>de</strong>la casa <strong>de</strong> él, y me extrañó que las luces <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro estuvieranencendidas (<strong>de</strong> noche no se prendían, porque se veíatodo hacia a<strong>de</strong>ntro) cuando <strong>de</strong>bían estar apagadas. Concuriosidad volteé a mirar la ventana don<strong>de</strong> estaba el teléfono.Lo cogí con la intención <strong>de</strong> llamarlo, pero seguí mirando.Cuando alcanzo a ver la figura <strong>de</strong> otra persona. Enprincipio pensé que fuera una mujer, pero cuando mirébien, siempre con el teléfono en la mano, vi a una persona<strong>de</strong> baja estatura, con una peluca que se la acomodaba. Enese momento me entró el pánico, pero yo no sabía qué hacer,no me atrevía a marcar el teléfono. El miedo me estabamatando, el único que sabía yo que usaba peluca cuandoiba a hacer algo era Pipe. Yo le había dicho a Pedro que no loatendiera más, que lo evitara, pero ese día Pipe estaba allí,
él no había vuelto, ¿por qué ese día le dio por ir? Yo estabapetrificada, llamo o no, tal vez en ese momento mi orgullo<strong>de</strong> no bajar la cabeza ante él, el miedo a que Pipe me vierahablando con él, o la confianza en que, siendo ellos amigos<strong>de</strong>s<strong>de</strong> niños, no podría pasar nada, me <strong>de</strong>tuvo en mi intención.Ellos seguían conversando, incluso se reían. Eso veíayo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> mi casa. Él no se dio cuenta que yolo miraba, yo ahí con el teléfono en la mano, asustada, triste,con ganas <strong>de</strong> hablar con él, <strong>de</strong> ir y tocar a la puerta. Milcosas pasaban por mi mente en ese instante, pero no, nohice nada. Ellos, alcancé a ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi rincón, siguieronhacia el cuarto, y no sé cómo me tranquilicé y salí <strong>de</strong> la casa.Volví a sentarme con mi mamá y mi hermana en el andén.Mi mamá me dijo que tenía hambre y nos fuimos a comer ala quinta, a unas cuatro o cinco cuadras <strong>de</strong> la casa. Nos sentamosun rato en el asa<strong>de</strong>ro mientras mi mamá se tomabaun consomé. Cuando terminamos, nos fuimos caminando<strong>de</strong>spacio hasta la casa y, <strong>de</strong> nuevo, nos sentamos frente alcallejón. El bombillo <strong>de</strong>l fondo seguía prendido, cuandoun joven nos preguntó: “¿escucharon los tiros?”. No, noescuchamos nada porque estábamos en la quinta. “¿Y quépasó?”, pregunté. El joven no sabía. Dijo: “solo se escucharonunos tiros pero nadie ha dicho si hay algún muerto oalgún herido”.Z. No fregués…N. Sí, varias personas preguntaban lo mismo, ¿quiénhizo los tiros?, ¿dón<strong>de</strong>?, ¿a quién le dieron?, pero nadiesabía nada. Pasaron las nueve <strong>de</strong> la noche y Pedro aún nose iba para la casa, eso me extrañaba mucho, porque a esahora él salía. A mi mamá y a mí se nos hizo raro, pero seguimosconversando normalmente. Ya eran las diez <strong>de</strong> lanoche y el bombillo <strong>de</strong>l callejón seguía prendido. Nosotrasretomamos el tema <strong>de</strong> por qué Pedro estaba todavía allí. Mi<strong>Fugas</strong> <strong>de</strong> <strong>tinta</strong> 235
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