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MA ONGO CORREGIDO No 32.P65

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Revista Mañongo Nº 32, Vol. XVII, Enero-Junio 2009PP 127-145viamente la comprensión del tiempo personal y del tiempo físicoy la capacidad de utilizar instrumentos de medida, lo que noocurre antes de los 9/ 11 años (Plucrose; 1993:24).Si bien cada una de estas etapas tiene sus propias característicasen términos educativos, es necesario considerarlas dentrode un mismo proceso pedagógico, ya que los avances que seproducen en cada una de ellas, servirán de base para los posterioresaprendizajes en los siguientes niveles de la enseñanza.Las fuentes orales en la enseñanza de la HistoriaEl uso del testimonio de personas mayores que narran a losalumnos su experiencia de vida o recuerdan ciertos hechos delos que fueron contemporáneos, despierta un fuerte interés enlos educandos, pero no siempre redunda en un aprendizaje ricoy significativo (González, Tallarico, Svarzman, 1996:30).Entendemos que esto se origina, fundamentalmente, en tressituaciones:a) Ante la falta de una sólida formación conceptual ymetodológica de los docentes acerca de la Historia Oral.b) Por la existencia de un contexto institucional que no es coherentey consecuente con las potencialidades educativasde las fuentes orales.c) Por la práctica de utilizar las fuentes históricas –no sólo lasorales- como refuerzo de la información o como introducciónmotivadora a un tema, y no como una herramientapara que los alumnos se vayan apropiando de los procedimientosdel trabajo histórico.Como consecuencia de aquello:1. Las propuestas de trabajo suelen finalizar en el testimoniomismo, sin considerar claramente qué contenidos conceptualeso procedímentales se intenta enseñar.129

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