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Haber Vivido. Eloy Sánchez

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58 /<strong>Haber</strong> vividoESTAR EN LO ESENCIAL(PALABRAS PARA ELOY SÁNCHEZ ROSILLO)Estamos a mediados de los setenta, en Murcia, cuando ya dejábamos de serestudiantes. En un atardecer claro de primavera, <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo llega aljardín de la Glorieta con su novia Marili, tan simpática, tan guapa. En un rincón,bajo los árboles, Encarna, mi novia —no menos atractiva, lo tengo que decir—,y yo los estamos esperando. Comienzan las risas y las bromas. Vamos, desde esemomento, a “incendiar la noche” (como decíamos en aquellos días) hasta la altamadrugada. Cuánto tiempo ha pasado desde entonces, desde esa escena feliz. Sí,ha pasado mucho tiempo. Pero, hace unas semanas, treinta y siete años después,en la madrugada de la Nochevieja, las dos mismas parejas tomamos copas yreímos en el Café Moderno, también en Murcia, en el Paseo o Bulevar de AlfonsoX el Sabio. Parece el mismo momento, la misma escena de la vieja Glorieta. Y loes. Quizás algunas cosas han cambiado, pero es la misma la luz y la esperanza delas miradas, y también el reír, el vivo humor nuestro y de nuestras compañeras.Es, sin duda, la misma e incesante escena.Así pues, si sumamos un par de años anteriores a ese encuentro de la Glorieta,treinta y nueve años largos viene durando esta fundamental y gratísima amistad—y fraternidad—, esta Conversación Interminable entre <strong>Eloy</strong> Sánchez Rosillo yyo con que a mí la vida me ha obsequiado y favorecido, y en la que muchas veceshemos oído nuestras shakespearianas “campanadas a medianoche”, nuestras“chimes at midnight”. Los dos hemos vivido acostumbradamente en Murcia,donde fueron naciendo nuestros hijos. Alguien llamaba a esta acogedora ciudadsureña, en aquella década de los setenta, con un punto de ironía, “la pequeñaAtenas”. Pero estaba en lo cierto, porque en esos años de nuestra incipienteamistad coincidieron en esta urbe, su lugar de nacimiento —aunque nuncallegaron a conocerse—, dos grandísimos creadores y humanísimas personas,Miguel Espinosa y Ramón Gaya, figuras centrales en la cultura de la España delsiglo pasado, con los que poco a poco fuimos fraguando una amistad profunda, unverdadero milagro para nosotros. A esa luminosidad se fueron sumando amigosíntimos como Pepe López Martí, Carmen Barberá, Soren Peñalver y tantos otros.Y a ellos, con los años, se agregó el pequeño grupo de Madrid, representado antetodo por nuestros entrañables Andrés Trapiello y Miriam Moreno. Un fulgorbenévolo ilumina, casi cegador, como un inmenso verano, esta época prodigiosa.En un artículo reciente sobre mi persona, <strong>Eloy</strong> casi ha agotado el tema de nuestrasperipecias, andanzas y correrías comunes, literarias y vitales, en todos estos años.A la generosa minuciosidad de esas líneas tengo poco fundamental que añadir.

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