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Haber Vivido. Eloy Sánchez

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<strong>Haber</strong> vivido \89Si antes el tema de ese bien que ilumina nuestras vidas ya estaba presente enlos versos de Sánchez Rosillo, como en el citado «De amicitia», en las entregasposteriores cobra mucha mayor hondura, más vuelo y también más protagonismo.Aquí y allá asoman ahora los amigos del poeta —a veces con sus nombres—,ya estén presentes o ya hayan desaparecido, aunados todos ellos en esa únicarealidad inagotable, cuya verdad da título a uno de sus libros, así como a otro desus poemas memorables: «La certeza».Los amigos son un decidido motivo de íntima alegría. Son ejemplos tutelares,porque uno encuentra en cada amigo argumentos que actúan como vínculoscon el hecho de vivir; constituyen una extensión de nuestra propia voz y denuestra existencia. Algo de todo esto hay en «Un regreso», uno de los poemasde <strong>Eloy</strong> sobre la amistad que más estimo. En él refiere su viaje de vuelta en trendesde Sevilla a Murcia, de paso por Madrid, donde ha podido estar unas horasen compañía de Ramón Gaya y Andrés Trapiello, a finales de marzo, cuando elinvierno comienza a despedirse y a dar paso a una incipiente primavera. Por latarde, tras estar con los dos amigos, reanuda el viaje, y, desde la amplia ventanadel tren en donde marcha, describe los hermosos horizontes que contempla. Delos amigos apenas se nos dice un par de cosas; únicamente el afecto que lesprofesa y que ha comido junto a ellos. Nada más; todo de pasada, igual que hasido la estancia en Madrid. Pero en la exacta y muy hermosa visión de las llanurasmanchegas, con los primeros trigos, sus cortijos apartados y las solitarias figurasque de vez en cuando aparecen por ellas; en todo cuanto se describe, en suma,a lo largo de la mayor parte de este poema, sentimos que quien mira lo haceconfortado por esa compañía reciente, aún acompañado; y que mira a solas y consus ojos, claro, aunque paradójicamente también con los ojos de los amigos de losque acaba de despedirse.Sé que la poesía de <strong>Eloy</strong> cuenta con la atenta admiración de un buen número delectores, y tengo la seguridad de que en un futuro ese número irá creciendo. Lasrazones de esta convicción son diversas, aunque aquí probablemente resultaríaprolijo precisarlas. Con todo, sí que me referiré a una muy concreta, y es que entodos sus versos hay un fondo de emoción y de comunicación cordial, porque paraél los distintos senderos de la poesía, por muy tamizada o por muy embridada queesté por la cabeza, pasan necesariamente por el camino central del sentimiento,y llegan a un destino. Ese destino es a menudo un interlocutor, alguien, unconfidente, un amor, ciertos amigos, el lector, <strong>Eloy</strong> mismo desdoblado en otro conquien se reencuentra o ante el que siente extrañeza de encontrarse; pero siemprealguien que es un destino, un interlocutor, un destinatario, y con quien el lectores fácil que se identifique. De modo tal que finalmente nos sentimos compañeros

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