El Banquete de Los Idiotas - Documento sin título

113 Banquete de los idiotas de Rachel CaineTodas se rieron. Jennifer empujó despectivamente su mochila por el suelo hasta ella.“Toma.” dijo Jennifer. “Podrías querer colarte en el examen o algo así‐.Claire abrió su mochila adustamente y comenzó a buscar algo, algo que pudiera usar comoganzúa. No es que supiera mucho sobre ganzúas, pero podía aprender. Ella tenía queaprender. Ella apenas levantó la vista mientras las tres chicas salían del baño, todavía riéndose.Sus opciones eran un par de clips, una horquilla, y el poder de su ira, lo quedesgraciadamente no podía fundir el metal. Solo su cerebro.Claire sacó de su bolsillo el teléfono móvil y consideró sus opciones. No se habríasorprendido de descubrir que Eve o Shane habían experimentado con esposas –y conseguirquitárselas‐ pero no estaba segura de si quería soportar las preguntas. Llamó al Departamentode Policía de Morganville y preguntó por Richard Morrell. Después de una corta espera, lapusieron con su coche patrulla.“Soy Claire Danvers” dijo ella. “Necesito ayuda”.“¿Qué tipo de ayuda?”.“Tu hermana me esposó en los baños. Y tengo un examen. No tengo llave. Esperaba quetú…”“Mira, lo siento, pero me dirijo a una llamada de maltrato doméstico. Me llevará cerca deuna hora llegar allí. No sé que le dijiste a Mónica, pero si tu…”.“¿Qué, perdona?”.Habló bruscamente Claire. “No la dije nada. ¡Ella me tendió unaemboscada y tiró la llave, y tengo que ir a clase!”.El suspiro de Richard vibró por teléfono. “Llegaré allí tan rápido como pueda”. El colgó.Claire intentó hacer algo con la horquilla, y vio los minutos avanzar lentamente. Tic‐tac, yaestaba faltando al examen de Andersonville.En el momento en que Richard Morrell apareció con una llave para esposas y la dejó libre,la clase estaba a oscuras. Claire corrió hacia la oficina del profesor Anderson y sintió un granalivio cuando vio que su puerta estaba abierta. El tenía que darle un respiro.El hablaba con otro estudiante cuya espalda daba a Claire; ella se detuvo en la entrada,temblando y jadeando sin poder respirar, y consiguió que el profesor Anderson la frunciera elceño. “¿Sí?”. El era joven, pero su cabello rubio escaseaba en la parte de arriba. El tenía lacostumbre de llevar chaquetas de sport que un hombre de dos veces su edad le habríangustado; quizá el pensaba que los remiendos de tweed y piel hacían que la gente le tomarademasiado en serio. Claire no estaba preocupada por cómo el parecía. Ella estaba preocupadade que él tuviera autoridad para asignar notas.“Señor, hola, Claire Danvers, un minuto”.“Sé quién eres, Claire. Faltaste al examen”.Traducido por Belethhttp://geki‐libros.blogspot.com