El Banquete de Los Idiotas - Documento sin título

126 Banquete de los idiotas de Rachel CaineClaire. Ni siquiera un poco. La poca humanidad que pudiera tener la ha perdido, hace muchotiempo.”“¿Qué planeas hacer?”Richard se encogió de hombros. “¿Qué demonios puedo hacer? Pegarme a mi familia.Cuidar por la gente del pueblo. Desear que estuviera a cientos de kilómetros de aquí.” Sedetuvo durante unos segundos, para beber café. “La cosa es, que creo que vamos a tener queprometerle algún tipo de lealdad, y no creo que yo pueda hacer eso. No creo que quiera.”Claire tragó saliva. “¿Acaso tienes elección?”“Probablemente no. Pero haré lo mejor que pueda para proteger a la gente. Es lo único quese hacer.” Sus ojos pasaron sobre ella, pero no se atrevía a fijar su mirada en ella. “Los demásvan, ¿Verdad?”Asintió.“¿Sabes que tus padres también van?”Claire gimió, se tapó la boca con la mano y sacudió su cabeza negativamente. “No.” Dijo.“No, no irán. No puede ser.”“Ví la lista.” Dijo Richard. “Lo siento, pensé que estabas en otra página. No podía creer quete dejaran a un lado. Eso es bueno, así podrás quedarte en casa. Creo… creo que serápeligroso.”Se bebió el resto del café y le devolvió la taza.“Vigilare a tus amigos y a tus padres.” Dijo. “Cuánto pueda. Lo sabes, ¿Verdad?”“Eres amable.” Dijo Claire. Se sorprendía de haberlo dicho en voz alta, pero lo decía deverdad. “Realmente lo eres, sabes.”Richard le sonrió, y aunque ahora era casi inmune a las sonrisas de los chicos guapos,gracias a Shane y a Michael, una parte de ella se quedó Ooooooh.“Te voy a contratar como mi agente de prensa.” Dijo Richard. “Te quedarás aquí, ¿Vale?”Vio como iba hacia la puerta y se detuvo mientras la abría. Le despidió con la mano, semetió en el coche patrulla y silenciosamente se alejó de la casa.Claire notó que la calle estaba desierta. Por la tarde en Morganville había mucha vida, yahora era hora punta y no había nadie. Nadie andando, nadie en coche, ni siquiera gentecuidando de su jardín. Incluso la vecina había apagado el cortacésped y se había encerrado encasa.Era como si todo el mundo… lo supiera.Claire encendió su ordenador portátil y revisó su e‐mail, cosa que era más que nada mirarel spam. Hoy, había muchos de chicas rusas y nigerianos queriendo venderle algo. Tampoco seTraducido por Belethhttp://geki‐libros.blogspot.com