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INVITADO<br />
A propósito<br />
de la Paz<br />
Pbro, Rubén Alonso Castaño Gallego<br />
“MI PAZ LES DEJO, MI PAZ LES DOY”- Resuenan una vez más las<br />
palabras de Cristo en nuestros templos y sobre todo en nuestros<br />
corazones. Cristo de esta manera colma las ansias e inquietudes de<br />
todos los hombres quienes anhelan siempre tener paz.<br />
En nuestros días, en nuestra nación<br />
y en muchas del mundo<br />
entero, el clamor generalizado<br />
es el de tener la paz, la concordia<br />
y el bien con todas las posibilidades<br />
que generan.<br />
La paz es fruto del perdón que<br />
ofrecemos a nuestros hermanos y es<br />
por eso que debemos ser portadores<br />
de esperanza y de reconciliación.<br />
Que cuando lleguemos a nuestro trabajo<br />
o a nuestras familias digamos:<br />
“LES TRAIGO LA PAZ”<br />
En las Sagradas Escrituras ya<br />
desde el Antiguo Testamento, como<br />
adelanto del Nuevo, el tema de la<br />
paz tiene un riquísimo contenido y<br />
significado.<br />
Los hombres siempre desde lo<br />
más profundo de su ser ansían la paz.<br />
Pero muchas veces ignoran qué cosa<br />
es la paz. La paz es ante todo un don o<br />
regalo de Dios que debemos alcanzar<br />
recorriendo los caminos que conducen<br />
a ella. Esta paz que Dios nos da<br />
está unida a la humildad como apertura<br />
libre y amorosa al mismo Dios<br />
y a nuestros hermanos.<br />
Es un reflejo de la sabiduría divina<br />
que los humanos estamos llamados<br />
a conquistar.<br />
La paz se nos ofrece como sinónimo<br />
de felicidad perfecta. Desde la<br />
enseñanza y tradición de los hebreos,<br />
la palabra “shalom” significa estar<br />
colmado de bienes para disfrutar de<br />
lo que se produce o se obtiene con el<br />
trabajo constante y honesto. Y para<br />
ser hombres de paz se debe tener<br />
salud y los bienes necesarios para<br />
el desarrollo. En una palabra la paz<br />
encierra certeza y seguridad en el hogar,<br />
en los centros de estudio y formación,<br />
en los ambientes laborales<br />
e incluso en la política, entendida<br />
como el noble servicio de algunos<br />
en procura del bien para todos en las<br />
comunidades, pueblos y naciones.<br />
La paz de Cristo, sin embargo no<br />
es como la del mundo, que se basa<br />
en bienes transitorios y caducos. Es<br />
la paz entre hermanos, que incluye el<br />
poder perdonar y tolerar las ofensas<br />
y desprecios sufridos por fidelidad y<br />
amor a Cristo.<br />
Podemos ahora concluir que la<br />
paz cristiana nace y se desarrolla<br />
siempre por nuestra fe, fidelidad y<br />
obediencia al plan de Dios, que no<br />
desea la muerte ni proclama los odios<br />
fratricidas producto de la ambición,<br />
el egoísmo, la soberbia y el ansia de<br />
poder y de dinero.<br />
Plan divino que nos<br />
lleve a servir a los pobres,<br />
consolar a los débiles y<br />
a suplir las carencias y<br />
amarguras de nuestros<br />
hermanos, para que así<br />
los buenos seguidores<br />
de Cristo recibamos el<br />
don magnífico de su paz<br />
en nuestros hogares, en<br />
nuestras parroquias,<br />
escuelas, universidades<br />
y empresas. Todo esto<br />
puede parecer a simple<br />
vista una verdadera<br />
utopía, pero para los que<br />
creemos en Cristo, todo<br />
es posible si somos positivamente<br />
fieles a su voluntad<br />
que hará que surjan<br />
cielos y tierras nuevos<br />
donde la PAZ brille<br />
como un sol de comunión<br />
auténtica y duradera.