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Lolita - Vladimir Nabokov

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<strong>Vladimir</strong> <strong>Nabokov</strong> <strong>Lolita</strong><br />

encabezada así:<br />

EL CAZADOR ENCANTADO<br />

Iglesias en las cercanías No se admiten perros<br />

Se expenden todas las bebidas legales<br />

Me pregunté si la última afirmación sería cierta. ¿Todas? ¿Tendrían, por<br />

ejemplo, granadina? También me pregunté si un cazador, encantado o no, no<br />

necesitara más un pointer que un banco en la iglesia, y con un espasmo doloroso<br />

recordé una escena digna de un gran artista: petite nymphe accroupie. Pero<br />

aquel sedoso cocker spaniel quizá había sido bautizado. No... sentí que no podía<br />

soportar la angustia de volver a ver aquel vestíbulo. Había posibilidades mucho<br />

mejores de tiempo recuperable en la suave, otoñal, profusamente coloreada<br />

Briceland. Dejé a Rita en un bar y me dirigí a la biblioteca de la ciudad.<br />

Una vieja solterona se mostró encantada de ayudarme a localizar el mes<br />

de agosto de 1947 en el volumen encuadernado de la Briceland Gazette, y<br />

después, en un rincón alejado, empecé a volver las páginas enormes y frágiles<br />

de un tomo color negro-ataúd, casi tan grande como <strong>Lolita</strong>.<br />

¡Lector! Bruder! ¡Qué Hamburg tan tonto era ese Hamburg! Puesto que su<br />

sistema supersensitivo consistía en no encarar la escena real, pensó que por lo<br />

menos podía disfrutar de una parte secreta de ella (lo cual recuerda al décimo o<br />

vigésimo soldado en la cola de los violadores, que arroja sobre la cara blanca de<br />

la muchacha su chal negro para no ver esos ojos imposibles mientras satisface<br />

sus deseos militares en la aldea triste y saqueada). Lo que yo anhelaba<br />

encontrar era la fotografía impresa que había absorbido mi imagen invasora<br />

mientras el fotógrafo de la Gazette enfocaba al doctor Braddock y a su grupo.<br />

Esperé apasionadamente encontrar ese retrato del autor de estas páginas,<br />

inmortalizado como un animal más joven... ¡Una cámara inocente<br />

sorprendiéndome en mi oscura marcha hacia la cama de <strong>Lolita</strong>... qué imán para<br />

Mnemésine! No puedo explicar la verdadera índole de esa ansiedad mía.<br />

Supongo que se relacionaba con esa malsana curiosidad que nos impulsa a<br />

examinar con una lupa las figuras minúsculas –naturaleza muerta,<br />

prácticamente, y cada uno a punto de vomitar– en una ejecución a la<br />

madrugada, y la expresión del paciente, imposible de discernir a causa de la<br />

mala impresión. De todos modos, yo jadeaba por falta de aliento, y una punta de<br />

ese libro falta se me hundía en el estómago mientras yo escudriñaba y<br />

desollaba... La fuerza bruta y Poseída se exhibirán el domingo 24 en ambas<br />

salas. El señor Pourdom, comerciante independiente de tabaco, decía que desde<br />

1925 fumaba Omen Faustum. Husky Hank y su noviecita serían huéspedes del<br />

señor y la señora Gora, avenida Inchkeit, 58. El tamaño de algunos parásitos<br />

alcanza el tamaño de un sexto de su poseedor. Dunkerke fue fortificado en el<br />

siglo x. Calcetines para señoritas, $ 0,39; zapatos de deporte, $ 3,98. Vino, vino,<br />

vino –bromeaba el autor de Edad oscura, que se había negado a fotografiarse–<br />

puede sentar a un melodioso pájaro persa, pero yo diré: dadme lluvia, lluvia,<br />

lluvia sobre el techo inclinado para que surjan rosas e inspiración. Los hoyuelos<br />

se producen por la adherencia de la piel a los tejidos más profundos. Los griegos<br />

rechazan una pesada ofensiva... Y... ah, por fin, una figurilla de blanco, y el<br />

doctor Braddock de negro, pero no pude identificarme en el hombro espectral<br />

que rozaba su amplio cuerpo.<br />

Fui en busca de Rita, que me presentó con una sonrisa de vin triste a un<br />

viejo marchito, tamaño bolsillo, de truculenta tiesura, diciéndome que se trataba<br />

de... ¿cómo dijo que se llamaba, muchacho?... un antiguo compañero de colegio.<br />

El viejo procuró retenerla y en la breve lucha que siguió me lastimé el pulgar<br />

contra un duro cráneo. En el parque silencioso y pintado donde la hice caminar y<br />

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