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<strong>Vladimir</strong> <strong>Nabokov</strong> <strong>Lolita</strong><br />
tomar un poco de aire, Rita sollozó y dijo que pronto la dejaría, como la dejaban<br />
todos, y yo le canté una anhelosa balada francesa y ensarté unas cuantas rimas<br />
fugitivas para divertirla:<br />
The place was called Enchanted Hunter. Query<br />
What Indian dyes, Diana, did thy dell<br />
endorse to make the Picture Lake a very<br />
blood bath of trees before the blue hotel? 17<br />
Ella dijo: «¿Por qué azul, si es blanco? ¿Por qué azul, por Dios?» Y empezó<br />
a llorar de nuevo, y yo la guié hasta el automóvil, y marchamos hacia Nueva<br />
York, y pronto estuvo razonablemente contenta en la niebla de la pequeña<br />
terraza de nuestro piso. Advierto que he mezclado dos sucesos, mi visita a<br />
Briceland con Rita, durante el viaje a Cantrip, y nuestro paseo por Briceland,<br />
durante el regreso a Nueva York. Pero esas combinaciones de colores no son de<br />
desdeñar para el artista que recuerda.<br />
27<br />
Mi buzón, a la entrada del vestíbulo, pertenecía al tipo que permite<br />
entrever su contenido a través de una tapa de cristal. Varias veces una<br />
embaucadora luz arlequinada que caía a través del vidrio sobre una caligrafía<br />
ajena la había convertido en la letra de <strong>Lolita</strong>, produciéndome casi un síncope<br />
mientras me apoyaba en una urna adyacente, a punto de convertirse así en la<br />
mía propia. Cada vez que ocurría eso, cada vez que sus garabatos encantadores,<br />
intrincados, pueriles, se transformaban de manera horrible en la letra insulsa de<br />
uno de mis escasos corresponsales, solía recordarme, con angustiado regocijo,<br />
algunas ocasiones de mi pasado confiado y prelastimoso en que una ventana<br />
brillante como alhaja, en la acera opuesta, exhibía ante mis ojos avizores, ante<br />
el periscopio siempre alerta de mi vicio vergonzoso, a una nínfula semidesnuda,<br />
en el acto de peinarse el pelo de Alicia-en-el-País-de-las-Maravillas. En ese<br />
fantasma ígneo había una perfección que hacía perfecto también mi anhelo<br />
desenfrenado, precisamente porque la visión estaba más allá de mi alcance, sin<br />
posibilidad de llegar hasta ella para enturbiarla con la conciencia de una<br />
prohibición violada. En verdad, es muy posible que la atracción misma que ejerce<br />
sobre mí la inmadurez reside no tanto en la limpidez de la belleza infantil,<br />
inmaculada, prohibida, cuanto en la seguridad de una situación en que<br />
perfecciones infinitas cierran el abismo entre lo poco concedido y lo mucho<br />
prometido... la rosa gris inasequible. Mes fenêtres! Pendiente sobre un<br />
crepúsculo abigarrado y el pozo de la noche, rechinando los dientes, yo<br />
apretujaba todos los demonios de mis deseos contra las rejas de un balcón<br />
palpitante. Ya estaban a punto de arrojarse, ya se lanzaban... después de lo cual<br />
la imagen iluminada se movía. Eva volvía a ser una costilla y sólo quedaba en la<br />
ventana un hombre obeso, parcialmente vestido, leyendo su diario.<br />
Como a veces ganaba la carrera entre mi fantasía y la realidad de la<br />
fantasía, la decepción era soportable. El dolor insufrible empezaba cuando el azar<br />
entraba en la refriega y privaba de la sonrisa destinada a mí. Savez-vous qu'a<br />
dix ans ma petite était folle de vous?, me dijo una mujer con la cual conversaba<br />
durante un té en París, y la petite acababa de casarse, a millas de distancia, y yo<br />
no podía recordar si había reparado en ella en aquel jardín, junto a las canchas<br />
17<br />
El lugar se llamaba Cazador Encantado. Pregunta: / ¿qué tinturas indias, Diana, tus<br />
vallecitos / endorsaron para hacer del Lago Pintura / un baño de sangre entre árboles<br />
frente al hotel azul?<br />
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