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VE-19 DICIEMBRE 2015

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El Negro<br />

—¿Algún otro héroe? —rugió a la grada.<br />

El temporizador holográfico marcaba que aún quedaban 35<br />

minutos de lucha, a su lado, el marcador del premio aumentó en otros<br />

cien mil. El pentágono que formaban las gradas alrededor del campo<br />

de batalla enmudeció.<br />

—¡Negro, Negro, Negro! —comenzó a aclamar poco a poco el<br />

público, quizás ya no encontrase a ningún otro oponente esa noche.<br />

Le llamaban El Negro, aunque no tenía nada que ver con su color de<br />

piel.<br />

Desde la parte más alta de la grada, Desmond respiró hondo y<br />

sopesó la situación. Una fea herida cruzaba la espalda del Negro,<br />

cojeaba y tenía una ceja tan hinchada que esperaba que no le dejase<br />

ver. Debería estar cansado y débil, aprovecharía la oportunidad.<br />

Desmond levantó la tapa del pulsador y puso su dedo índice<br />

sobre el lector. El sonido de la bocina que anunciaba el nuevo<br />

oponente le retumbó en las tripas. Cómo llegó desde su asiento hasta<br />

el campo de batalla acabaría siendo un misterio.<br />

De cerca, El Negro era mucho más grande de lo que parecía<br />

desde la grada, era un titán. Desmond intentó separarse de la pared<br />

del pentágono. El Negro corrió hacia adelante con una rapidez y<br />

agilidad que desentonaban con su envergadura, empujando a<br />

Desmond contra la pared con toda la fuerza de su peso, lo que hizo<br />

que los pulmones se le vaciaran de golpe. Su fuerte antebrazo<br />

derecho presionó su garganta elevando su cuerpo medio palmo del<br />

suelo, dejándole colgado como un muñeco de trapo.<br />

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