EL PAPADO ES EL ANTICRISTO
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Espiritual. La Biblia, los ministros, y ordenanzas son los canales a través de los cuales la vida<br />
de la Cabeza fluye a los miembros del cuerpo. Entonces ellos son edificados en una casa<br />
espiritual, un santo templo "edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,<br />
siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo".<br />
Todo ello es de lo más mañosamente falsificado en la Iglesia del Papa. Es solamente por<br />
el modo en que los miembros de esa iglesia se apoyan en Pedro, o lo que es la misma cosa,<br />
sobre el Papa, que ellos pueden ser salvados. Los Romanistas nos dicen que es esencial para<br />
la salvación de cada ser humano que esté sujeto a la autoridad del Papa. Pedro –es decir, el<br />
Papa– es el único reservorio de gracia; de él fluye ella a través del gran conducto de la<br />
sucesión apostólica a todos los miembros de la "Iglesia", y así ellos son edificados en una casa<br />
espiritual –construida sobre el fundamento de tradiciones, sacramentos, sacerdotes, obispos,<br />
cardenales, siendo el Papa mismo la principal piedra del ángulo.<br />
Más aún, la entera política y acciones de la Iglesia Romana han estado marcadas por un<br />
engaño inigualado por ninguna otra sociedad o confederación conocida en la historia. Sus<br />
Papas han sido la más astuta raza de gobernantes que el mundo jamás vio. ¡Qué profundidad<br />
de astucia y habilidad en la Curia Romana! ¿Dónde está el cuerpo de ministros o el monarca<br />
que puede luchar con ella? Sus entendimientos más que humanos que Roma encubre bajo el<br />
disfraz de la ingenuidad y la simplicidad. Ella luce tan sin culpa y tan "semejante a un<br />
cordero", que los hombres de estado nos dicen que no tendrían dificultad en sujetarse junto a<br />
diplomáticos como esos. Es solamente cuando son aventajados y engañados por ellos cuando<br />
abren sus ojos y comienzan a preguntarse donde reside la fortaleza que los ha confundido.<br />
Roma compra y vende hombres de estado en su mercado; ella los usa como el arriero a sus<br />
bestias de carga; y cuando ellos están viejos y quebrados, y ya no pueden ejecutar más sus<br />
directivas, ella los arroja de los altos lugares a los cuales los exaltó, y deja sus mutiladas<br />
reputaciones, igual que desagradables esqueletos, en el camino de la historia, para que la<br />
posteridad pueda ver como Roma recompensa a quienes la sirven. Fue escrito de ella desde<br />
tiempo antiguo: "Porque a muchos ha hecho caer heridos; y aun los más fuertes han sido<br />
muertos por ella." [Proverbios 7:26]<br />
Este vasto engaño es una de las principales fuentes de la fortaleza de la así llamada<br />
Iglesia de Roma. Ella tiene el arte de reclutar todos los reclamos de la virtud, y todas las<br />
sanciones de la ley, en favor de aquello por lo cual la virtud es ultrajada y la ley violada.<br />
Cuando su propósito es el más cruel, su habla es aún la más blanda. Cuando su motivo es el<br />
más villano, su profesión es aún la más plausible. Ella siempre da el nombre más santo a los<br />
más reprobables hechos. Cuando ella quema un hereje llama a esto un auto-da-fe –un acto de<br />
fe. Cuando ella arrasa una provincia con fuego y espada, llama a esto una cruzada –es decir,<br />
una expedición evangelística. Su cámara de tortura es llamada el "Santo Oficio". [Y cuando<br />
desean liberar a uno de sus archicriminales ella lo llama "reconciliación"]. Y cuando ella<br />
depone monarcas, despojándolos de corona y reino, y compeliéndolos, como lo hizo con<br />
Enrique IV de Alemania, a estar de pie con los pies descalzos ante sus puertas en medio de los<br />
rigores del invierno, es con la intención de un bondadoso padre administrando saludable<br />
castigo a un hijo errante. En resumen, ella no solamente se transforma a sí misma en un ángel<br />
de luz, sino que al vicio lo transforma en virtud, embelleciendo los más negros crímenes con<br />
la blanca ropa de la inocencia y adornando la más horrible iniquidad con los resplandecientes<br />
aires de la santidad.