VE-24 MAYO 2016
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trasero, y pude hacer la llamada, o por lo menos intentarlo. Justo<br />
cuando estaba llamando mi móvil se quedó sin batería.<br />
— ¿Qué más me puede pasar? —dije desconsoladamente.<br />
Paul no respiraba. Estaba inconsciente y sangraba mucho. La<br />
lluvia era incesante. Entraba con fuerza por el asiento trasero. Mi<br />
sensación de desesperación era cada vez más pronunciada.<br />
Intenté quitarle el cinturón de seguridad a Paul, pero fue inútil.<br />
No podía. Estaba mucho más ajustado que el mío. Puffff…<br />
Busqué desesperada en el pantalón de Paul su teléfono. Pude<br />
cogerlo. Menos mal. Hice la llamada al 911. Al otro lado de la línea,<br />
una mujer muy amable trató de calmarme. Le expliqué la situación y,<br />
más o menos, le situé donde estábamos. La chica me dijo que esa<br />
carretera no le salía en el mapa del GPS. Me preguntó si estaba segura<br />
de esa carretera. Le dije que sí, que estaba segura. Es la ruta que<br />
hacíamos para ir de Aspen a Leadville. La chica volvió a decirme que<br />
esa carretera hace muchos años que está cortada por obra y que era<br />
imposible que estuviésemos allí. Mi desesperación iba en aumento.<br />
No dejaba de gritar y de decirle a esa estúpida que buscara bien. La<br />
comunicación se cortó.<br />
—¡Maldita tormenta! —dije, enfurecida.<br />
Paul no respiraba. Estaba muerto. No me puede estar pasando<br />
esto.<br />
—¡Cariño, cariño. Despierta, es hora de arreglarnos para ir al<br />
concierto. ¡Vaya siesta de tres horas que te has echado, mi amor!<br />
—me dijo Paul.<br />
Juan Manuel Arcos Urrutia (Alfara del Patriarca, Valencia)<br />
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