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Semblanza<br />
uno<br />
Guerrero, amante y artista<br />
POR Esteban Bertola<br />
Luis Thonis se describía así: “guerrero, amante y artista”,<br />
quienes conocen su obra no dudarán en suscribir; aquellos<br />
que todavía no, podrán ir averiguándolo con fascinación a cada<br />
línea. También decía de sí mismo “soy mortal, pero poshumano”:<br />
Thonis partió como los grandes, en su mejor momento,<br />
con cantidad de proyectos en curso y dejando una risa todavía<br />
fresca en el aire. Su humor fuera de serie y su estampa de<br />
fortaleza son armas que él mismo nos dejó para combatir el<br />
desconsuelo de su muerte inaceptable. En un relato magistral<br />
del libro Milagro infame, “La sobrina de Bacon”, el protagonista<br />
dice: “Lo increíble es que también la muerte es irreal.<br />
Por eso aparece siempre con una máscara. Es mucho más fácil<br />
morir que convencernos de que algo haya muerto”.<br />
“La singularidad de una obra separa”, dijo Leónidas Lamborghini<br />
y es una afirmación que le cabe perfectamente a<br />
Luis Thonis, cuya singularidad no solo alcanzaba a su obra sino<br />
también a él mismo como figura. La vida y la obra de Thonis<br />
no tenían límites precisos: su vida era su obra y su obra era su<br />
vida, podríamos arriesgar. Hasta tal punto la singularidad separa<br />
y genera rechazos, que algunos escritores pedían públicamente<br />
que no lo publicaran. Tanto su trabajo estético como sus ideas<br />
políticas y filosóficas generaron, desde siempre, ataques de todos<br />
los flancos, que él absorbía y devolvía mutliplicados. Era un<br />
escritor sin concesiones, tenía bien marcada su lista de rechazos<br />
(como diría su amigo, el escritor Hugo Savino): todo aquello<br />
que atentara contra la libertad y la singularidad estaba en la mira<br />
para él. Pocos encarnaban tan bien la afirmación del poeta ruso<br />
Osip Mandelstam: “En la poesía siempre es la guerra”. En<br />
un mundo en el que las sociedades siguen sosteniendo a punta<br />
de pistola y suela de borcego las pancartas de “igualdad” y “bien<br />
común”, Thonis era un cruzado dispuesto a develar la muerte<br />
detrás de cada máscara. De ahí que sus tipologías distópicas:<br />
“zombis terminales”, “ninfos”, “zartistas” se refirieran a figuras<br />
que actuaban bajo el mandato del nihilismo, en todos los casos<br />
operadores a favor de la antivida, y, por lo tanto, negadores de la<br />
muerte (“la muerte era invitada y parte del juego”, dice también<br />
el protagonista de “La sobrina de Bacon”).<br />
Muchas de sus elaboraciones teóricas son hallazgos que se<br />
volverán más importantes con el tiempo, enumero tres a modo<br />
de ejemplo: 1-La importancia de las líneas de transmisión (cuáles<br />
son las lecturas que el consenso permite filtrar de una época a<br />
la otra); 2-La fusión de los antónimos (los antónimos pierden<br />
sus atirbutos de oposición y se funden, él lo ejemplificaba con el<br />
abrazo de Milani y Bonafini). Y, ligada a esta última, 3-La neolengua<br />
(para decirlo rápidamente: basta con la mera enunciación<br />
para que el enunciado adquiera estatuto de verdad). Me quedan<br />
en el tintero, “la guerra de los mundos” (su Tema), “el niño<br />
transfinito”, “la transficción”, “el supermono” (en lo que derivó el<br />
hombre en su intento de alcanzar el superhombre nietzscheano,<br />
ver Micoficciones), los infinitos predicados de un sujeto (que<br />
había elaborado a partir de Leibniz), la métrica grecolatina, etc.,<br />
etc. Pero quisiera agregar y destacar un tema que recorre su potente<br />
obra de punta a punta, su interés extremo, su curiosidad sin<br />
límites acerca del universo femenino, de la mujer, cuyo misterio<br />
relumbraba, y en relación con la que también había elaborado<br />
una tipificación: la hija de padre y la hija de madre (ver Cuerpos<br />
inéditos). Analista infalible e inclaudicable de la Argentina y lo<br />
argentino, decía que el problema estaba en cómo se cantaba el<br />
verso del Himno Nacional: “Coronados de gloria vivamos o juremos<br />
con gloria morir”, entonado por la mayoría de los argentinos<br />
como “Coronados de gloria vivamos, ¡Oh, juremos con gloria<br />
morir!”, sutil detalle en la modulación de la muerte.<br />
Sus libros son el despliegue de una maestría que combina un<br />
trabajo estético sin igual, una erudición extraordinaria y una lucidez<br />
descollante: Siglo de manos y la criatura (poemas, Último<br />
Reino, 1989), Eunoe (poemas, Último Reino, 1991), Cuerpos<br />
inéditos (poemas y relatos, 1995), Estado y ficción en Juan B.<br />
Alberdi (ensayo, Paradiso, 2001), No vienen avispas (poemas,<br />
Leviatán, 2012), Milagro infame (relatos, Editores Argentinos,<br />
2012), Viento agrio (novela, Leviatán, 2015), Micoficciones<br />
(relatos, Editores Argentinos, 2015) y por lo menos tres títulos<br />
que ya había entregado para su publicación que incluyen sus<br />
ensayos La generación de granito y otros ensayos, Operación<br />
Sturgeon y Un guante para Osvaldo Lamborghini, que también<br />
publicará Editores Argentinos. Asimismo, formó parte de<br />
los consejos de redacción de las revistas Literal, Xul, Sitio e<br />
Innombrable. Muchos de sus numerosísimos ensayos están<br />
disponibles en sus blogs Libros peligrosos y Libros peligrosos 2.<br />
Luis Thonis murió el último 18 de junio, la muerte lo encontró<br />
en acción (como no podía ser de otra manera), de repente y<br />
leyendo, con el libro abierto y el mate. La pregunta, que para<br />
él mismo hubiera sido fundamental, ¿qué leía?, todavía está sin<br />
responder. Enigma, código compinche, un último chiste antes<br />
de partir o todo junto<br />
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