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Turismo<br />

internacional<br />

Pequeño país,<br />

grandes respuestas<br />

POR Horacio de Dios<br />

En Corea del Sur la ambición es una virtud y la podemos<br />

llamar competitividad o competitiveness, medida en inglés<br />

que se usa en los informes del World Economic Forum que se<br />

reúne en Davos, la ciudad suiza donde Thomas Mann ubicó<br />

La montaña mágica. El WEF es la contraseña para integrar el<br />

mundo de vanguardia.<br />

Aunque estamos familiarizados a través de la TV con Samsung<br />

o LG, lo mismo que con sus teléfonos celulares, que compiten<br />

con los que se fabrican en Estados Unidos, Japón o Finlandia,<br />

nos gustan sus autos Hyundai, Kia o Daewo. Y tienen compradores<br />

en rubros poco conocidos como las camas masajeadoras.<br />

En el mundo globalizado, la ambición rinde frutos. Por eso,<br />

el aeropuerto de Incheon, inaugurado en 2001, es el quinto<br />

en tráfico de carga con conexiones a través de 89 líneas desde<br />

Seúl hacia cualquier lugar geográfico, por remoto que sea. Sus<br />

colegas comerciales de Singapur y Hong Kong, tan pequeños<br />

en tamaño y poderosos como Suiza, se le asemejan a Corea<br />

del Sur en este punto.<br />

Desde Buenos Aires se puede llegar a través de cinco empresas<br />

(tres orientales y dos norteamericanas) con un costo<br />

que oscila entre 15 y 23 mil pesos con más de dos escalas con<br />

esperas intermedias para un viaje de 30 a 50 horas desde el<br />

Atlántico o el Pacífico.<br />

Seúl, con el río Han que corre por el medio de la capital,<br />

tiene 600 kilómetros cuadrados, con 10 millones de personas<br />

que se extienden en 20 poblaciones satélites (el Gran Seúl)<br />

superando los 23 millones de habitantes, uno de los conglomerados<br />

urbanos más populosos del planeta. Allí vive más de<br />

la mitad de todo Corea del Sur conectado por un sistema de<br />

nueve líneas de subterráneo que cubren 287 kilómetros. (La<br />

red de Buenos Aires tiene 44). Para conocer su vasto atractivo<br />

turístico, se puede consultar en nuestro idioma su página en<br />

en la web: .<br />

Este somero prólogo es un simple resumen de un país fascinante.<br />

Y difícil es contestar la pregunta habitual que hace un turista<br />

al proyectar su estadía en una ciudad que no conoce: ¿cuántos<br />

días hacen falta para visitar Seúl?... Depende del interés de<br />

cada uno, pero es preferible proyectar más que menos.<br />

Tips de primera necesidad<br />

Sin olvidar que Corea del Sur no es un lugar “barato”, los costos<br />

pueden ser menores si se tiene el apoyo de la experiencia,<br />

los “tips” al que se refieren las guías de turismo y el aporte del<br />

público con sus consejos.<br />

Por ejemplo, no confiar demasiado en las luces del semáforo,<br />

igual que aquí. Preferir el subterráneo por costo y comodi-<br />

dad donde siempre se respetan los asientos reservados para<br />

minusválidos, embarazadas o personas mayores. El saludo se<br />

acompaña con una pequeña inclinación de cabeza. Hay que<br />

descalzarse por educación al entrar a una casa o un restaurante<br />

tradicional, igual que en otras ciudades asiáticas.<br />

Los horarios de comida son diferentes a los nuestros, pero<br />

siempre hay disposición para atender durante las 24 horas, ya<br />

sea por un café o un menú fuerte de la magnífica gastronomía<br />

local. Los restaurantes siempre sirven agua y bocadillos gratuitos<br />

(banchan) pequeñas porciones de arroz con verduras o<br />

encurtidos que pueden ser picantes y de los que hay que cuidarse.<br />

El wi-fi es gratuito y lo tenemos por todas partes con la<br />

banda ancha más veloz del mundo. En cambio, hay pocos teléfonos<br />

públicos para hablar desde la calle a la Argentina. Hay<br />

que tener cuidado con los carteles y obedecerlos aunque no se<br />

los entienda, porque están escritos en coreano. Por ejemplo,<br />

el papel higiénico no se debe tirar en el inodoro sino en la<br />

papelera que está al lado. Es lo que advierte el cartel... en su<br />

idioma. Se puede fumar, incluso en las discos. Son bastantes<br />

curiosos y te miran demasiado como si fueras un bicho raro. Y,<br />

de hecho, para ellos, uno puede resultar algo extraño, porque<br />

no están muy acostumbrados (aunque los turistas extranjeros<br />

son abundantes) a ver occidentales.<br />

La ciudad es inmensa y es un laberinto de barrios muy<br />

diferentes. Una buena elección es elegir el área de Hongdae,<br />

poblada por estudiantes de artes con un estilo occidental en<br />

costumbres y modas. Por eso, hay gran variedad de lugares<br />

para comer comida italiana y comida tailandesa, aunque sin<br />

parrillas. Es muy interesante salir a tomar algo o ir a bailar<br />

a los lugares de onda, con diseños temáticos y modernos.<br />

Una experiencia grata es disfrutar de los puestos en la calle,<br />

convenientes por su costo e higiene impecable, como ocurre<br />

en todos los lugares públicos en la ciudad. Mientras paseamos,<br />

podemos tomarnos un cóctel elegido de las bolsas de plástico<br />

que están colgadas en los negocios. Se puede beber en la calle<br />

sin problemas antes de entrar a un local, o tomar algo en uno<br />

de los numerosos clubes de música electrónica, con entrada<br />

gratuita o de precio razonable. Otra posibilidad es visitar<br />

alguno de los múltiples sitios de karaoke y divertirse cantando<br />

o viendo cómo lo hacen los demás. Hay cafeterías abiertas las<br />

24 horas para tomar un café de recalada, desayunar o esperar<br />

hasta el amanecer (5.30) a que comiencen a funcionar los<br />

trenes y subtes para volver al hotel, mientras los andenes se<br />

cubren de estudiantes igual que durante la madrugada de<br />

cualquier ciudad.<br />

Una saludable experiencia es disfrutar los helados en un clima<br />

por momentos muy caluroso y húmedo (junio a octubre).<br />

En Seúl, el más famoso es el helado de té verde, y el clásico<br />

tradicional se llama “Patbingsu”. Se prepara con hielo picado,<br />

leche, trocitos de pastel de arroz y algo parecido a los porotos<br />

rojos o habichuelas. La fórmula, como en toda tecnología,<br />

puede variar. Las cadenas (de cafeterías y pastelerías) le agregan<br />

bolas de helados, frutas o tartas a sus productos. Porque<br />

también en esto son ambiciosos: al proponernos el mejor de<br />

los gelatos, no vacilan en competir con los italianos<br />

TESTIMONIO PERSONAL<br />

Horacio de Dios<br />

La TV le gana al cine<br />

Descubrí a Kim Ki-Duk, uno de los grandes directores de cine surcoreano,<br />

nacido en 1960, realizador de la deslumbrante Primavera,<br />

verano, otoño, invierno y otra vez primavera. Filmada en un<br />

pequeño monasterio flotante, era una coproducción con Alemania,<br />

confirmando una globalización que le permitiría llegar a todos los<br />

mercados. Aunque se estrenó en 2003, en Argentina conocemos<br />

muy poco esta filmografía, al margen de algunas notables creaciones<br />

u otras de menor calidad y mucha violencia. La excepción<br />

se da en el festival de cine independiente que se realiza todos los<br />

años en Buenos Aires (Bafici).<br />

Conocía los triunfos de Kim Ki-Duk en los festivales de Berlín y<br />

Venecia, pero sus películas no se proyectaban en los cines argentinos.<br />

La tecnología volvió a ayudarme para disfrutar del cine poco<br />

común, el que se comentaba de boca en boca, para romper con<br />

la monotonía de las producciones habituales. Entablé vínculos<br />

con muchos conocedores de cine. Juan, entre otros, me facilitó<br />

animación y manga japonesas y, paulatinamente, me adentré en<br />

la filmografía de Corea.<br />

En cambio, con sus teleteatros o K dramas (melodramas tirando<br />

a soap operas) han invadido 91 países. En nuestra televisión, este<br />

año, se pudo ver Escalera al cielo: generó un fenómeno parecido<br />

a las series turcas con Las mil y una noches. Los intérpretes hablan<br />

coreano y se usan subtítulos en español en escenarios occidentales<br />

con el peso de las costumbres tecnológicas. Los acompañan el auge<br />

de la música K-pop y coreografías haciendo juego en Bailando con<br />

Tinelli. El eco en YouTube, donde el “Baile del Caballo” es viral,<br />

convierte a parejas como Choi Ji Woo y Kon Sang Woo, en ídolos de<br />

los jóvenes que no necesitan ir al barrio coreano del Parque Chacabuco<br />

para sentirse en casa.<br />

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