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Santos Mercado<br />
depositado en ese banco. Acuden para pedir sus ahorros y se hacen largas<br />
filas, como en 1929 en los Estados Unidos. Se agota el dinero de reserva<br />
sin que se satisfaga a todos los clientes. Les queda el recurso de que el<br />
banco en problemas le pida dinero prestado a otro banco. Por supuesto, el<br />
banco se ve sometido a una tasa de interés interbancaria, tal vez menor que<br />
la tasa activa del otro banco. Si con eso logra calmar la preocupación de<br />
los clientes, se acaba el problema. Los ahorradores ven que su dinero está<br />
seguro, regresa la confianza y regresan el dinero al banco; éste, a su vez,<br />
regresa el préstamo interbancario junto con los intereses y todo regresa<br />
a la normalidad. ¿Qué pasa cuando se contagia el pánico? Todos piensan<br />
que perderán sus ahorros y acuden a hacer largas filas para que les den sus<br />
depósitos. Esto es imposible resolver con créditos interbancarios. ¿Cómo<br />
enfrentar el pánico bancario? Por desgracia, los que habían pedido dinero<br />
prestado no corren hacia el banco para devolver el dinero y sacar de apuros<br />
al banco. Y no lo hacen porque ese dinero no lo tienen guardado, pues<br />
seguramente lo invirtieron en maquinaria u otros, lo que es materialmente<br />
imposible de regresar al momento al banco en problemas.<br />
Banco central<br />
Alguien pensó en una solución maravillosa: crear un banco de bancos,<br />
también llamada banca central, que se convertiría en un prestamista de<br />
última instancia. Sus clientes serían los bancos. Este banco central tendría<br />
el monopolio de imprimir billetes no sólo para reponer los billetes viejos,<br />
sino para evitar los pánicos bancarios. En efecto, si un banco no tenía el<br />
suficiente dinero en caja y no podía conseguir dinero en banco alguno,<br />
podía acudir al banco central, quien le prestaba todo lo que necesitara y<br />
a una tasa superior a la tasa interbancaria. Incluso podía ser más alta que<br />
la tasa activa. Esto lo podía hacer prácticamente sin límite hasta disolver<br />
el pánico bancario. Regresada la confianza y cuando los ahorradores<br />
regresaran a depositar de nuevo el dinero y los créditos se recuperaran,<br />
el banco central recogía el dinero prestado a los bancos y literalmente lo<br />
quemaba para evitar que entrara en circulación y produjera distorsión de<br />
precios, inflación y otros fenómenos económicos perjudiciales.<br />
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