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Santos Mercado<br />
—con su libro Las venas abiertas de América Latina—; Nickos Poulatzas,<br />
Samir Amin, Martha Harnecker, Luis Altousser y otros se convirtieron en<br />
lecturas obligadas en las escuelas públicas.<br />
En el continente asiático el partido comunista de China avanzaba<br />
fuertemente para tomar el poder; México había iniciado su rebelión<br />
contra el capitalismo en 1910; los comunistas leninistas ya habían tomado<br />
por asalto el poder en la Rusia zarista; en los propios Estados Unidos el<br />
gobierno entraba como nunca en la economía con la fundación de la fed<br />
para controlar el sistema monetario, y luego con la oportunidad que le<br />
daba la primera guerra mundial donde se fortaleció aún más el Estado y se<br />
debilitaban las estructuras de mercado.<br />
Merece especial mención Keynes, pues se presentaba como el “salvador<br />
del capitalismo” para que no sucumbiera ante la corriente comunista que<br />
ya envolvía a más de la mitad de la población mundial. Se presentaba<br />
como el héroe anticomunista casi igual como lo hiciera Adolfo Hitler,<br />
quien también decía que luchaba contra los comunistas y que le valió el<br />
apoyo ciego de los empresarios alemanes. ¡Qué manera de aprovechar la<br />
ignorancia de la gente!<br />
La forma peculiar que John Maynard Keynes recomendaba para<br />
luchar contra el comunismo consistía en arrebatar las banderas que los<br />
comunistas utilizaban. Los comunistas decían que el desempleo era<br />
resultado del capitalismo; por tanto, Keynes abogaba a favor de que el<br />
gobierno tomara como tarea fundamental eliminar el desempleo. Todos<br />
debían tener un trabajo que les permitiera llevar pan a sus casas. ¿Y cómo<br />
eliminar el desempleo? Muy fácil, el gobierno podía contratar a todos los<br />
desempleados, aun cuando unos sólo se dedicaran a cavar hoyos y otros<br />
a taparlos; o peor aún, los integró al ejército . El gobierno les pagaría<br />
un salario, mismo que los trabajadores y soldados usarían para comprar<br />
bienes y servicios. Las fábricas paulatinamente usarían toda su capacidad<br />
productiva, contratarían a los pocos trabajadores que no absorbió el<br />
gobierno, el desempleo se acabaría y los comunistas no tendrían mayores<br />
pretextos para ganarse a los obreros. La nación se habría salvado del<br />
terrible comunismo.<br />
Hay que decir, con franqueza, que la receta parecía maravillosa, tanto<br />
que la adoptaron todos los países que querían salvarse del socialismo,<br />
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