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HISTORIA-1-BGU

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4.6. La vida urbana y el comercio<br />

La vida en una ciudad romana<br />

Las ciudades fueron importantes centros comerciales. A ellas llegaban los productos agrícolas<br />

de los campos próximos y muchos otros (sedas, esclavos, metales preciosos...) procedentes<br />

de colonias lejanas al Imperio o de territorios fuera de sus fronteras.<br />

El trabajo: tiendas,<br />

talleres y oficios<br />

En las ciudades romanas había<br />

muchas tiendas, las llamadas<br />

tabernae, y talleres<br />

artesanos que vendían sus<br />

productos en el mismo lugar<br />

que los fabricaban. Abundaban<br />

los panaderos, los tejedores,<br />

los zapateros, los ceramistas,<br />

los orfebres...<br />

También había muchos artesanos<br />

especialistas en actividades<br />

relacionadas con la<br />

construcción: vidrieros, pintores,<br />

canteros, carpinteros...<br />

Otros talleres dependían directamente<br />

del Estado, como los<br />

de fabricación de armas. Algunos<br />

oficios más dependían<br />

también del gobierno de la<br />

ciudad, como los encargados<br />

de mantener el orden o los<br />

bomberos, de gran importancia<br />

porque los incendios eran<br />

frecuentes, sobre todo en los<br />

barrios populares, donde las<br />

casas se construían en buena<br />

parte de madera.<br />

Estos productos se vendían en los foros de las ciudades, que<br />

estaban llenos de gente desde primera hora de la mañana.<br />

Era el lugar al que se dirigían las personas para comprar, cerrar<br />

negocios, realizar alguna gestión administrativa, visitar el<br />

templo...<br />

La comida del mediodía, que solía ser a base de legumbres,<br />

pan y fruta, y, en el caso de los más adinerados, huevos o algo<br />

de pescado seco, marcaba un cambio en la actividad diaria.<br />

La tarde solía estar dedicada al ocio, sobre todo en el caso<br />

de los nobles. Se celebraban espectáculos gratuitos, que solía<br />

pagar el municipio o algún magistrado, como las luchas<br />

de gladiadores, las carreras de carros o las obras de teatro.<br />

Algunos magistrados ofrecían también pan y aceite gratis a<br />

los más pobres, muchas veces a cambio de su voto. Por eso,<br />

se dice que Roma daba «pan y circo» a las clases populares.<br />

Al anochecer, los romanos regresaban a sus casas, donde<br />

tenía lugar la comida más importante del día: la cena. Las<br />

sopas de harina, las hortalizas, el tocino y el vino, que se solía<br />

tomar caliente y mezclado con agua, eran habituales.<br />

En las casas de los ricos se acostumbraba a celebrar abundantes<br />

banquetes a la hora de la cena. Los banquetes tenían<br />

lugar en el triclinium o comedor, donde los comensales<br />

se recostaban en los soas o sofás. La comida se cogía con<br />

los dedos de la mano derecha, mientras que el plato se sujetaba<br />

con la izquierda. Era habitual que los banquetes acabaran<br />

con música y danzas.<br />

El convite romano<br />

Prohibida su reproducción<br />

Una cena de convite constaba de tres partes: el gustus o aperitivo se tomaba antes de la cena; consistía en<br />

una serie de alimentos para despertar el apetito: melón, lechuga, atún, croquetas, alcachofas, trufas, ostras<br />

y pescado salado. La prima mesa consistía en servir un sinfín de manjares variados, era el plato fuerte; se<br />

tomaba cabrito, pollo, jamón, pescado —conocían alrededor de 150 especies—, mariscos y otros platos<br />

exóticos preparados con las vísceras de los animales. La secunda mesa la componían los postres; tomaban<br />

fruta, dulces, dátiles, pasas y vinos dulces.<br />

J. Espinós y otros, Así vivían los romanos. Anaya, 1992.<br />

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