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Edicion Especial Verano-17

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las gaviotas, llegamos a Tórshavn, la capital de<br />

las islas Faeroe, en cuyo puerto estuvimos un<br />

par de horas atracados; sabíamos que en este<br />

archipiélago íbamos a estar tres días; pero sería<br />

a la vuelta.<br />

El silbido del Norröna anunciaba ya que levaba<br />

anclas, y nos íbamos deleitando la vista a medida<br />

que el ferry sorteaba estas paradisíacas islas,<br />

sin perder el rumbo hacia Islandia. Durante el<br />

trayecto tuvimos ocasión de darnos un relajante<br />

baño en el “hotpot” (especie de jacuzzi, pero<br />

sin burbujas, tan sólo agua caliente), situado en<br />

cubierta, desde cuya circular bañera de madera<br />

podíamos seguir contemplando la inmensidad<br />

del océano.<br />

El sonido de los altavoces del camarote nos<br />

indicaban que ya debíamos de comenzar a salir,<br />

y es cuando pudimos darnos cuenta que nos<br />

esperaba un idioma, estrechamente vinculado<br />

con la cultura vikinga, tan difícil de escuchar<br />

como intentar leerlo, cuyas frases parecen un<br />

juego de palabras, con muy pocas vocales.<br />

Con los bártulos a cuestas, nos dirigimos al<br />

bar, para tomarnos el primer café de la mañana<br />

(aviso para navegantes: no esperéis mucha<br />

cosa en estos cafés, son aguachirri; el efecto de<br />

la cafeína es pura coincidencia); y allí volvimos a<br />

encontrarnos con los compañeros de ferry.<br />

Al asomarnos al exterior, pudimos comprobar<br />

que la inmensidad del mar estaba dejando<br />

paso a la tierra firme; después de despedirnos<br />

de tan fantástica compañía, nos dirigimos a las<br />

entrañas del Norröna.<br />

Las puertas se abrieron de golpe; las bodegas<br />

estaban llenas hasta la bandera: coches,<br />

furgonetas, caravanas, motos, bicicletas…, y<br />

en pie nos esperaba la Perla, con tantas ganas<br />

como nosotros de entrar en acción.<br />

Salimos del ferry; el golpe de aire frío nos daba<br />

la bienvenida a Islandia; el termómetro nos decía<br />

que estábamos a 4ºC…<br />

Nada más descender a tierra, una mujer con<br />

uniforme nos preguntó en inglés: ¿cuánto tiempo<br />

estaremos en Islandia?, y después de ponernos<br />

una pegatina en la cúpula, no tardamos en salir<br />

del puerto.<br />

Ya estábamos en la isla soñada, la legendaria<br />

Thule, donde el fuego y la nieve se complementan<br />

en un paisaje único en el mundo.<br />

El GPS indicaba que nuestro primer destino

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