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124 T ELAR <strong>DE</strong> <strong>VOCES</strong><br />
Por las heridas y golpes recibidos, Guillermo, quedó paralítico de por vida…<br />
Ruth entró en shock, estuvo inconsciente casi dos meses…<br />
Cuando se restableció y supo de lo sucedido… decidió no volver a ver nunca<br />
más a Guillermo, sólo pensar que no lo iba a ver caminar… no lo soportaba… la idea<br />
de que todo no sería como antes… que los sueños serían recuerdo…<br />
La realidad que venía la dominó y la esclavizó… la hizo huir… de ese presente…<br />
Sus padres lograron consolarla… aceptando sus caprichos y locuras… de irse<br />
a vivir lo más lejos posible… no vería en lo que se había convertido Guillermo…<br />
Dejó la facultad, no frecuentó, ni quiso saber nada, pero nada, de los amigos<br />
en común…<br />
Su necesidad de negar lo ocurrido, de olvidar a Guillermo, fue su meta…<br />
El tiempo, fatal aliado de Ruth, fue su compañero, su refugio… poco a poco,<br />
comenzó otra carrera… aparecieron nuevos «amigos»…<br />
Terminó sus estudios, formó una pareja, con Marcos, sin hijos, estable económicamente<br />
y emocionalmente también…<br />
Marcos conocía la historia, jamás hablaba ni preguntaba por ella, respetaba el<br />
silencio de Ruth; para él no tenía sentido mencionarle el pasado…<br />
El café con leche se había enfriado, ya las ganas de tomarlo habían terminado…<br />
Miró por última vez el bar…<br />
Y se juró que ni la lluvia la haría entrar a él nuevamente…<br />
Buscó al mozo, para pagar e irse…<br />
Pero encontró sentado en una mesa del fondo a Guillermo…<br />
Guillermo estaba mirando sin distraerse hacia la calle…<br />
De pronto su cara se iluminó… una inmensa risa dominó su cara…<br />
Levantó rápidamente su campera, de la silla que tenía al lado…<br />
Debajo de la campera tenía dos muletas metálicas, dejó el dinero del café que<br />
había tomado…<br />
Con absoluta naturalidad, y presuroso, las puso en funcionamiento, saludó a<br />
los mozos, todos amigos de siempre…<br />
En la calle lo esperaba una mujer en un auto, en el asiento de atrás dos niños,<br />
varones, sacaban sus cabezas por las ventanillas… a los gritos de… papá, apúrate<br />
que llueve… te vas a perder el partido…