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T EATRO POPULAR: TODOS A ESCENA 221<br />
BLANCA.— Es un atentado contra la salud y las tradiciones de este pueblo.<br />
MARÍA.— No sólo eso, Blanquita, es un ataque a la dignidad, moral y buenas<br />
costumbres de nosotras las mujeres.<br />
BLANCA.— ¿Qué es lo que proponen?<br />
ELENA.— ¿Cómo que qué proponemos? Si por eso hemos venido con asté que<br />
es leída y escrebida, para que nos ayude, nos aconseje o, como diría el cura, nos<br />
ponga una luz en el camino.<br />
BLANCA.— A propósito, ya saben que el cura también jué a cobrar sus diezmos<br />
con las viejas esas y como no tenían suelto se cobró en especie.<br />
TODAS.— ¡No!<br />
BLANCA.— Sí, muchachas, sí.<br />
MARÍA.— Ve Blanquita, hasta las hijas de María sufrimos descréditos. Con las<br />
hijas de María ésas.<br />
BLANCA.— ¡Ya no hay temor de Dios!<br />
ELENA.— ¡Ayúdenos, Blanquita!<br />
BLANCA.— Bueno, bueno, cálmense. Vamos analizando. ¿Qué tienen ustedes?<br />
CHELA.— Sin los hombres nada.<br />
PILAR.— En este pueblo todo lo da el hombre.<br />
CARMEN.— Sin él, no tenemos nada.<br />
ESPERANZA.— Sólo que sea por eso, porque… A mí, hasta los ochocientos pesos<br />
de mis lentes me gastó el desgraciado.<br />
BLANCA.— Tranquilas mujeres. ¡Tran-qui-las! Cuando yo les pregunté lo que<br />
tenían; me refería corporalmente o sea; ¿de qué se compone su cuerpo?<br />
PILAR.— Pos de carne, ¿no?<br />
BLANCA.— Para que mejor me entiendan, les diré que yo tengo cintura, dos<br />
bien torneadas piernas, dos caderas de fuego, dos duros pechos, dos bellos ojos, una<br />
matriz, dos labios de pétalo de rosa, una lengua de agua y viento, dos.....<br />
ESPERANZA.— Hay Blanquita si hasta parece otra con lo que tiene.<br />
BLANCA.— ¿Acaso ustedes no tienen lo mismo?<br />
ELENA.— No, pos eso sí. Cada cual a su manera pero todas tenemos.<br />
BLANCA.— Entonces aprovéchense de lo que tienen, juntamente con los sesos<br />
de sus respectivas cabezas.<br />
LUPE.— ¿Está tratando de decir que cobremos como las viejas esas?<br />
PILAR.— Podría ser. ¿Pero a ti quién te dijo que cobraban, Lupe?