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TELAR DE VOCES

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N ARRATIVA: LA VIDA COTIDIANA HECHA PALABRA 153<br />

de ayudante de mecánico, jamás pensé que llegara a tener su propio taller. ¡Ah, que<br />

tiempos aquellos! Me acuerdo de la cara de aturdido que ponía cuando lo vacilábamos<br />

hasta el cansancio por las manchas de grasa en las manos y la ropa.<br />

¡Caramba! ¡Qué mala suerte! Alcanzar empezando la subida a estos tres camiones<br />

tan lentos; van tan pegados uno al otro que es muy peligroso rebasarlos.<br />

Tanta prisa que tengo por llegar, tan largo y peligroso el cerro y estos ca… miones<br />

que no me dejan pasar. En fin, como dice el dicho, despacito que voy de prisa.<br />

¡Vaya, vaya! Por fin dejé atrás los camioncitos estos, menos mal que no encontré<br />

autos en el parejo antes de la cumbre. ¿En que venia pensando? ¡Ah, sí, en mi<br />

compañero de la prepa, el ahora flamante mecánico Chicho! Recuerdo que era el<br />

portero del equipo de fútbol, y que siempre nos eliminaban en los torneos de la escuela.<br />

Le cargábamos las derrotas, sin importarnos las raspaduras y golpazos que<br />

invariablemente sacaba en su afán de detener los balones. Y los malos éramos los<br />

defensas. Si ganamos algunos partidos fue por Mario y Aurelio, delanteros de tan<br />

buena calidad que llegaron a jugar: uno, en segunda; y otro, en tercera división. Cuando<br />

ganábamos, eran ellos los héroes, y con razón; pero, injustamente Chicho era el chivo<br />

expiatorio en las derrotas. En las clases era tan atento a los maestros, que una<br />

ocasión le hice una broma muy pesada, y hasta pena me da recordarla. ¡Luego no se<br />

me ocurrió pegarle una gran cola de papel, y ya metido en la travesura, le prendí<br />

fuego con un encendedor que me pasaron! El usado pantalón de terlenca se quemó y<br />

Chicho tuvo que irse a su casa envuelto en una chamarra.<br />

¡Epa! ¡Qué imprudente! Apenas es un muchacho. Lleva gente jugando atrás de<br />

su camioneta y conduce como un demonio. Por eso ocurren tantos accidentes. Estas<br />

carreteras con curvas tan pronunciadas y eso verdaderos cafres del volante.<br />

Recuerdo que lo peor que le hice me costo muy caro. Bueno, eso es un decir. A<br />

Chicho nunca lo veíamos con muchachas, quizá por su carácter tímido y reservado,<br />

o a que en la ropa se le notaba a veces su trabajo. Ya casi al terminar el tercer grado,<br />

de repente, Chicho resultó ser el novio de una chamaca de primer ingreso; bonita,<br />

discreta y hasta elegante. Entre Mario, Aurelio y yo hicimos una apuesta para ver<br />

quién le quitaba la novia a Chicho. No sé cómo le hice, o si gané o perdí, pero varios<br />

años y muchas peleas después, la ex novia de Chicho se convirtió en mi esposa. A él<br />

no le volvimos a conocer novia y me parece que hasta la fecha continúa soltero. Allá<br />

él, tan agradable que es tener una mujer que caliente la cama cuando hace frío, que<br />

cuide a la raza, que se desvele cuando se enfermen, que le aguante a uno las parran-

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