Revista Yoga + (Edición 75)

El Arte del Mimo
¿Yoga con emociones?
El Arte del Mimo se propone hacer visible las energías
(de por sí invisibles) de las sensaciones, los sentimientos y
las emociones de un personaje en una historia de ficción.
Supone un profundo autoconocimiento que lo emparenta
directamente con el Yoga.
Por Alberto Ivern*
Ello supone una flexibilidad mental capaz de animarse
a desarticular (provisoriamente) la propia estructura
Yoica, es decir, eso a lo cual nos parecemos todos los
días y por lo cual los demás nos reconocen como “quiénes
somos”: nuestros gestos, nuestras actitudes más recurrentes,
nuestra tensión muscular, la posición relativa de nuestra columna,
la mirada, el ritmo de nuestra respiración, etc. El actor-mimo
debe poder permitirse el odio, el amor, el temor,
el coraje. Es decir toda la gama de “grises” que separan esos
dos polos emocionales opuestos que son el temor y el amor.
Poder permitírselos supone básicamente un proceso de suspensión
(transitoria) de prejuicios éticos, culturales, filosóficos
pero además una particular consciencia de sí mismo
en cuanto a entidad bio-psico-espiritual-social donde lo
“bio” incluye al cuerpo y “sus” memorias. Por contradictorio
que parezca no podemos “olvidar” ni “dejar a un lado”
(sobre todo transitoriamente) algo de lo cual no tengamos
noticia. “No saber” que tenemos pautas incorporadas no las
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