01.12.2017 Views

VE-37 DICIEMBRE 2017

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Niños de nadie<br />

Elmer Mendoza nació un día de invierno frío y lluvioso. Nadie<br />

recuerda con exactitud la fecha pero sí el frío y la lluvia, inmisericorde<br />

y torrencial, que por aquel tiempo cayó durante días. Y la niebla. Una<br />

niebla espesa que llegó de golpe a la ciudad borrando todas las cosas.<br />

Tal vez fuera enero. Tal vez no. Nunca a causa de semejante olvido<br />

ha celebrado su cumpleaños. Nunca ha tenido regalos, tartas, ni velas<br />

a las que infantiles deseos soplar.<br />

Aquel invierno, el invierno de doce o quizá trece años atrás en<br />

que Elmer vino al mundo, habían vendido sus padres la poca tierra<br />

que en su aldea natal tenían y, esperanzados como nunca estuvieron,<br />

como ya nunca volverían a estarlo, a pesar de la multitud de miedos e<br />

incertidumbres que, inclementes, sobre ellos se cernían, habían<br />

marchado a la capital en busca de un futuro más próspero para el hijo<br />

que en camino venía. Pero sabido es que nunca tuvo compasión con<br />

los pobres el destino y solo un terreno en un suburbio de la periferia,<br />

más allá del extrarradio, de las vías, de los edificios grises y las<br />

inevitables torres de alta tensión, un terreno próximo en exceso al<br />

inmenso vertedero que el contorno de aquella ciudad inhóspita y<br />

áspera como pocas delimita, fue lo que el perverso azar les reservó y a<br />

lo que hubieron su nueva vida de conformar.<br />

Allí, a escasos metros de la cerca, con incansable y tenaz<br />

esfuerzo, cultivan desde entonces berenjenas, calabacines, coles y<br />

tomates que pocas veces consiguen vender. Y allí, al filo de la<br />

desolación y la impotencia, clavada la angustia en el pecho,<br />

hondamente herido su corazón, casi vencidos, lágrimas de rabia y<br />

desaliento, lágrimas con un amargo sabor a exilio y a derrota, lloran<br />

sin ruido cada noche —ojos hundidos y cansados— en un triste duelo<br />

por la pérdida de aquella ya tan lejana, ingenua y efímera ilusión,<br />

<strong>37</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!