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La Capucha<br />
ya tiene Corona<br />
El Gran Sacro Imperio ya tiene emperador que gusta de perspectivas,<br />
desechando el plano<br />
La épica pasa a la sacristía, para rendir paso al poema erudito y clásico;<br />
hasta el capuchón parecía tener colores.<br />
La historieta, entonces, epicó los misereres en lenguaje de salterio y<br />
cortesanía, adulos y glorias a los escogidos por la mitra<br />
¡Artistas loaban a Atila!<br />
(Doncellas cuidaban de él)<br />
¡Cantores cantaban a Teodorico!<br />
(Princesas de su borrico)<br />
Fabricaron en tareas de poeta-cantor, el tres-en-uno que se llamaría<br />
juglar, bailarín cuenta-cuentos propios y ajenos<br />
Epopeyista de rameras, de vagabundos, desertores, pillos, men-digos<br />
y de clérigos de segundo pensamiento<br />
La Leyenda en punto de rueda cósmica, hilvanó uno con otro<br />
los siglos; Carlomagno copió otro capricho de Alejomagno<br />
Se le ocurrió morirse<br />
Los monasterios, teniendo de velas el entendimiento, en avance tremebundo,<br />
cogieron la ciencia, el arte y el verso,<br />
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