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Los sinuosos pinceles tatúan pliegues de figuras carvadas en cráteres,<br />
por el remolino aquo de lascivas lavas<br />
Para ver el mundo, tener escuadra y compás en los ojos no hace prisa;<br />
la claridad de pensamiento germina en los húmedos<br />
campos de los hilos templados<br />
Las figuras, antes, vírgenes de aliento quedo, exigen ser finalmente<br />
lamidas por la serpenteada voluptuosidad de una voraz<br />
y redentora lengua de fuego.<br />
Se desfiguran las figuras en el sueño de una lánguida hipnosis<br />
La emoción aumenta, disminuye la razón, pierde el intelecto,<br />
Gana la Intuición (Algo que no puede enseñarse en la academia)<br />
La proporción es tenida por infame<br />
Inquisitoriada y enviada a la ceniza, es rutina de la percepción sensible<br />
captar la obra de natura para ser transformada en<br />
moldes de santificio<br />
Recordad, fabricante de lo bello: natura es la única madre, y el artificio<br />
que el alma incuba, el único progenitor de nuestro arte<br />
En caras flacas se ahíla la luz y el color enciende de oscuro la mirada,<br />
ambos apareados<br />
Ambos, en ritmo de melopea y loor engendran el nuevo éxtasis.<br />
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