13.02.2018 Views

El encantador de elefantes

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

NANA PARÓ LAS OREJAS.<br />

“SI TE ESCAPAS, TE<br />

MATARÁN. ESTE ES TU<br />

HOGAR. YA NO TIENES<br />

QUE SEGUIR HUYENDO”,<br />

LE DECÍA A LA ELEFANTA.<br />

allí día y noche. Estas magníficas criaturas<br />

estaban extremadamente trastornadas<br />

y <strong>de</strong>sorientadas, y quizá si<br />

alguien que se preocupara por ellas<br />

les hacía compañía, podrían tranquilizarse.<br />

Era lógico: si no intentábamos<br />

algo distinto, seguirían escapándose y<br />

tar<strong>de</strong> o temprano las matarían.<br />

Comenté mi i<strong>de</strong>a con Françoise y<br />

ella estuvo <strong>de</strong> acuerdo. Le pregunté<br />

a David si quería acompañarme, y su<br />

gran sonrisa me respondió. Llenamos<br />

la camioneta Land Rover con suministros.<br />

<strong>El</strong> vehículo sería nuestro hogar<br />

por el tiempo que fuera necesario.<br />

La primera jornada la pasamos<br />

observándolos a una distancia <strong>de</strong> 30<br />

metros. Cada día nos acercábamos un<br />

poco más. Nana y Frankie nos miraban<br />

continuamente y corrían a la valla<br />

si creían que estábamos muy cerca.<br />

Una noche, David me <strong>de</strong>spertó susurrando.<br />

“¡Corre, algo pasa en la reja!”.<br />

Nos acercamos sigilosamente. No<br />

podía ver nada en la oscuridad. Y<br />

entonces una enorme figura se materializó<br />

ante mis ojos: eran Nana y su<br />

bebé, a unos 9 metros <strong>de</strong> la cerca.<br />

Agucé la vista y vi al resto atrás <strong>de</strong><br />

ella, quietos. De pronto, Nana tensó<br />

su enorme mole y extendió las orejas.<br />

“¡Dios!, ¡mira, es enorme!”, susurró<br />

David, agazapado a mi lado. La matriarca<br />

avanzó un paso. “Ahí viene”,<br />

dijo David. “Ojalá que la reja resista”.<br />

Sin pensarlo, me levanté y caminé<br />

hacia la valla. <strong>El</strong>la estaba enfrente.<br />

“No lo hagas, Nana”, le dije lo más<br />

tranquilo que pu<strong>de</strong>. “Por favor, no lo<br />

hagas, mi niña”.<br />

Se quedó quieta pero tensa. Los <strong>de</strong>más<br />

<strong>elefantes</strong> no se movían.<br />

“Ahora este es tu hogar”, continué.<br />

“Por favor, no lo hagas, mi niña”.<br />

Sentí sus ojos taladrándome, a pesar<br />

<strong>de</strong> que apenas si podía distinguir<br />

su cara entre las tinieblas. “Te matarán<br />

si te escapas. Ahora esta es tu casa. Ya<br />

no tienes que seguir huyendo”.<br />

No se movió. Entonces me di cuenta<br />

<strong>de</strong> lo absurdo <strong>de</strong> la situación: yo, en<br />

medio <strong>de</strong> la oscuridad, hablándole a<br />

una elefanta silvestre con su bebé —la<br />

combinación más peligrosa posible—<br />

como si fuéramos gran<strong>de</strong>s amigos.<br />

Absurdo o no, seguí. Sentí cómo se<br />

tensaba otra vez, preparándose para<br />

arremeter por completo. Si golpeaba<br />

el cable y soportaba el dolor, lo rompería.<br />

<strong>El</strong> resto <strong>de</strong> la cerca no resistiría.<br />

Habría escapado. En un instante,<br />

Frankie y los <strong>de</strong>más se arrojarían tras<br />

ella. Solo tendría unos segundos para<br />

quitarme <strong>de</strong> en medio y trepar un árbol;<br />

<strong>de</strong> lo contrario, me pisotearían<br />

y quedaría más plano que un sobre.<br />

<strong>El</strong> árbol más cercano estaba a unos 9

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!