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Quiero perdonarlo

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visto a Candace?”. Durante siete semanas<br />

le suplicamos al público que<br />

nos ayudara a encontrarla, exponiendo<br />

nuestras vidas destrozadas.<br />

Ahora que habían hallado su cuerpo,<br />

supimos a ciencia cierta que alguien<br />

la había raptado, se la había llevado a<br />

un cobertizo, la había atado de pies y<br />

manos y dejado ahí para que se muriera<br />

en las heladas temperaturas del<br />

primer frente frío intenso del invierno.<br />

—La mataron en la tienda de rosquillas<br />

—añadió. Parecía haber contado<br />

la historia muchas veces.<br />

Mientras él hablaba, yo me preguntaba<br />

qué lo había motivado a venir a<br />

nuestra casa tan tarde.<br />

Ya no podía trabajar, porque no lograba<br />

concentrarse en nada más que<br />

no fuera el asesinato de su hija. Nos<br />

contó hasta el último detalle del día<br />

en que la mataron.<br />

Me obsesioné. Sospechaba que los<br />

vecinos podrían estar involucrados<br />

en la desaparición de mi hija”.<br />

Estábamos agotados; había sido un<br />

día muy pesado. Después de hablar<br />

con la policía, fuimos a la morgue del<br />

hospital para identificar el cuerpo.<br />

Después, nuestros amigos llegaron<br />

con comida y palabras de consuelo.<br />

Y ahora aparecía este extraño y prometía<br />

responder las preguntas que<br />

nos hacíamos.<br />

—También asesinaron a mi hija<br />

—empezó a contar.<br />

Fue entonces cuando lo reconocimos;<br />

lo habíamos visto en los noticieros<br />

de la televisión. Era una historia<br />

local muy conocida. No derramó una<br />

sola lágrima mientras hablaba, aunque<br />

yo también podía hablar de mi<br />

hija sin llorar. A veces mi llanto era<br />

incontrolable; otras, no sentía nada.<br />

Sacó una colección de libretas negras<br />

de su chaqueta. Había anotado<br />

con lujo de detalle, y meticulosamente,<br />

todos los procesos judiciales.<br />

Ya se habían celebrado dos juicios.<br />

—No descansaré hasta que se<br />

haga justicia —afirmó—. He perdido<br />

tanto… todo —agregó.<br />

Negaba con la cabeza. A continuación<br />

hizo una pausa.<br />

—Hasta he perdido el recuerdo de<br />

mi hija —se lamentó.<br />

El asesinato le había arrebatado a<br />

su hija, pero las secuelas se habían llevado<br />

su vida entera. La peor parte era<br />

que, para él, esto no parecía tener fin.<br />

Estábamos atónitos y espantados.<br />

Yo no podía creer su osadía de venir a<br />

contarnos todo esto en el peor día de

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