su hermano menor, Gabriel, es contador. Ambos conducen la empresa cotidianamente. Los otros dos hermanos tienen sus profesiones independientes (uno es escribano y el otro, diseñador gráfico) pero participan de las decisiones del negocio familiar. Cuando Nancy habla de “todos” se refiere a los cuatro hermanos dueños. Ellos tienen un sistema de reuniones con fechas y horarios fijos y un método de comunicación y de toma de decisiones que son estrictos: todos deciden y votan como si fueran iguales. Así, se mezclan temas empresariales con temas de la relación de la familia con la empresa, entonces, en el mismo contexto deciden si le prestan dinero a uno de sus hermanos para arreglar la casa y si compran dos camionetas y arreglan una máquina. “Las reuniones son muy largas y las decisiones empresariales no son las más adecuadas, ya que dos de los cuatro votantes no conocen el negocio”, opina Messing. “La familia está en paz, pero la empresa va perdiendo salud.” El hecho de no tener un espacio propio para discutir temas concernientes a la empresa, que las conversaciones tengan un alto grado de informalidad y que personas que no están abocadas al trabajo cotidiano intervengan en decisiones importantes, puede ser un problema a mediano plazo. “La familia debe tener un espacio propio de conversación y decisión donde se traten los temas de la relación entre ella y la empresa”, comenta Messing. Además, es importante que el negocio tenga una visión y una misión clara, que incluya objetivos y resultados esperados y que defina estrategias y tácticas empresariales, políticas concretas y planes precisos. “Para asegurar el mejor desempeño posible de la empresa, deberían integrarla personas competentes, parientes o no, pero designadas por la familia”, explica el especialista. “Deben ser de confianza para ellos y les deben reconocer autoridad; estas tienen que ser un puente por el que transiten las inquietudes de los familiares que no están adentro de la empresa.” Omar, Juan y todos sus hijos podrían reunirse algunas veces al año y conversar sobre los temas importantes. Los hermanos deberán ocuparse de esto y de buscar o preparar a quienes continuarán con el negocio cuando ellos dejen sus puestos. Podrán ser sus hijos o no, pero deberán definir los requisitos que tengan esas personas. Deben hacer acuerdos necesarios para el futuro: cuáles son los objetivos a mediano y largo plazo, cómo será la conducción de la empresa cuando la próxima generación tome el timón, cuándo elegirán a los responsables, entre otros. Por su parte, Nancy y sus hermanos pueden mantener el régimen de reuniones que tienen, pero deberían evitar tratar en ellas temas que no sean exclusivamente empresariales. Además, la opinión y el voto de los hermanos que están fuera de la empresa empobrecen la calidad de las decisiones; estas deberían ser tomadas por ella y su hermano contador casi exclusivamente, desde un espacio directivo diferenciado. Solucionar estas dificultades propias de la informalidad de los lazos al interior de una familia requiere alcanzar un orden administrativo, planificar tareas, tener objetivos definidos y claros. Es crucial tener en mente que lograr esto no necesariamente implica entrar en roces familiares. Los especialistas coinciden en que formalizando las relaciones que atañan al negocio, las PyMEs alcanzarán la gestión de sus emociones y un óptimo equilibrio entre rentabilidad y familia. ADGYA 80 años al servicio del mayorista y el distribuidor 42
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