LA «ODISEA» COMO POESIA - InterClassica

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WU-^XJANG SGHADEWALDT
cido en el pugilato a Iro, el mendigo del lugar. Penélope
se muestra aquí, ante todo, como una madre
preocupada cuyas amonestaciones son rechazadas
por Telémaco. Ciertamente que en la vida, en la
realidad, la madre de un joven puede ser una mujer
muy hermosa y, a la vez, una madre que exhorta y
se preocupa por su hijo. Pero en poesía es algo chocante
que el motivo principal del «efecto y triunfo
de la mujer hermosa» sea interrumpido durante cierto
tiempo por el de la «madre preocupada por su
hijo». Y tanto más cuanto que la madre preocupada
se nos presenta, sin preparación alguna, precisamente
en el instante en que la mujer hermosa produce
a su aparición un intenso efecto erótico entre los
pretendientes: a éstos les tiemblan las rodillas de
deseo y todos desean acostarse con ella (212/213).
La continuación ininterrumpida de este efecto vital,
producido por Penélope entre los hombres, prosigue,
sin embargo, precisamente al final de la inserción,
en el verso en que el pretendiente Eurímaco
lanza un cumplido fanfarrón a la hermosa mujer
(244-249). Si se suprime la escena de la «madre
preocupada por su hijo» (214-243), la frase de Eurímaco
se enlaza perfectamente con aquella descripción
del efecto vital que Penélope produce entre los pretendientes.
He aquí los versos 208-213:
Pero cuando ella vino a los pretendientes, la di-
[vina entre las mujeres,
se detuvo junto a los pilares del sólidamente cons-
[truido techo,