LA «ODISEA» COMO POESIA - InterClassica
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WOLFGANG SGHADEWALDT<br />
ya que Penèlope, tras la larga separación y los muchos<br />
años de desengaños, no puede reconocer al esposo<br />
en el vestido de pordiosero y permanece muda,<br />
sentada frente a él. Su corazón se ha embotado. En<br />
esta situación sin salida, Telemaco, el hijo, se convierte<br />
en un intermediario natural al reprochar<br />
cariñosamente a su madre y echarle en cara su intención<br />
reservada de no querer reconocer a su esposo<br />
que, tras veinte años llenos de sufrimientos,<br />
ha regresado por fin a la patria. Penèlope le responde<br />
que su corazón está embotado, pero que, con todo,<br />
ya se reconocerán, puesto que entre sí tienen sus<br />
signos ocultos. Entonces Odiseo se dirige sonriente<br />
a Telemaco : que deje que su madre lo ponga a prueba,<br />
que pronto ella lo sabrá mejor; ella lo desprecia<br />
todavía porque está sucio y mal vestido. Una frase<br />
que debe provocar a Penèlope y sacarla astutamente<br />
de sí misma; esperamos, pues, que tales palabras<br />
produzcan inmediatamente su efecto y que Penèlope<br />
le responda irritada de un modo u otro. Pero no, la<br />
provocación queda suspendida en el aire (117 ss.).<br />
Penèlope no sólo no replica, sino que durante los 55<br />
versos siguientes desaparece totalmente de escena.<br />
Odiseo, a su vez, sin esperar respuesta de su esposa,<br />
se vuelve a Telemaco para preguntarle por las consecuencias<br />
de la muerte de los pretendientes. Y,<br />
mientras que el diálogo del reconocimiento con Penèlope<br />
es frenado, por así decirlo, en medio de su<br />
desarrollo, se toman medidas de seguridad.<br />
La servidumbre debe vestirse festivamente y bailar<br />
al son de la música del aedo, como si Penèlope