LA «ODISEA» COMO POESIA - InterClassica

LA «ODISEA» COMO POESÍA
celebrara su boda, para dar tiempo a que ellos vayan
a la granja del viejo Laertes con el fin de reñexionar
sobre lo que hay que hacer; con ello, desde
la interrupción del diálogo han transcurrido ya 24
versos. En efecto, la servidumbre se viste festivamente,
toca y baila, y la gente de la calle dice realmente
que la reina ha contraído nuevas nupcias, con
lo que llevamos ya 36 versos desde la interrupción
del diálogo. Pero no basta con esto: Odiseo abandona
la sala, toma un baño, se unge, se ciñe un manto
y una túnica y regresa, embellecido milagrosamente
por la diosa Atenea, al lado de Penélope, que sigue
sentada en la sala; y entonces es cuando reanuda el
interrumpido diálogo echando en cara a su esposa
la dureza de su corazón, como antes lo había hecho
Telémaco, y ordenando al ama que le prepare el
lecho.
Y en este momento, 55 versos después de aquella
provocación, replica Penélope sin dar la más mínima
muestra de admiración sobre la transformación que
ha sufrido Odiseo e irritada todavía un poco por
aquella frase provocativa: En absoluto me ufano y
te desprecio, ni estoy tan atónita como para no saber
quién eras tú cuando partiste de Itaca. Y, a su vez,
ordena al ama que prepare el lecho a Odiseo fuera
de la alcoba; entonces pregunta irritado Odiseo
quién es el que lo ha movido de su sitio, puesto que
fue él mismo quien lo formó del tronco de un olivo
que allí crecía al construirse la alcoba, de modo que
el lecho está enraizado en la tierra. Esta es la señal:
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