24.11.2018 Views

Lo que aprendemos de los gatos - Paloma Diaz-Mas

Los seres humanos —piensa el gato— tienen una irremediable tendencia a entender las cosas al revés. Por ejemplo, si ven un libro que se titula Lo que aprendemos de los gatos, probablemente creerán que trata de lo que los humanos pueden aprender acerca de los gatos, para conocerlos mejor (cosa que, dicho sea de paso, tampoco estaría de más); sin embargo, para cualquiera que sea capaz de pensar con claridad, resulta evidente que Lo que aprendemos de los gatos significa otra cosa: lo que los humanos pueden aprender a partir de los gatos, es decir, lo que los gatos pueden enseñarles. Este tipo de errores se producen porque los humanos parten de la absurda creencia de que son animales superiores, cuando todo el mundo sabe que los animales superiores son los gatos. Los gatos —piensa la autora de este libro— tienen mucho que enseñarnos, pero para ello hace falta que estemos atentos y dispuestos a aprender. Son cariñosos, pero nunca sumisos, así que nos enseñan a pactar nuestra convivencia día a día. Confiados solo si sabemos ganárnoslos poco a poco, ejercitando la virtud de una conquista paciente. Domésticos e independientes, como fieras aclimatadas a nuestro hábitat. Los creemos indefensos, pero en realidad están mucho más preparados para sobrevivir que nosotros. Bajo su piel de seda se ocultan las garras de una fiera y un cuerpo atlético envidiable. Y, cuando los vemos jugar, exhibiendo su magnífica forma física, o dormir plácidamente sobre nuestro sillón favorito (sí, ese sillón donde los gatos nunca nos dejan sentarnos) envidiamos también su capacidad para vivir intensamente ese instante; sin atormentarse, como hacemos nosotros, por un pasado que ya no existe y un futuro que tal vez no llegue. Un libro que es una joya para cualquier buen lector, y desde luego absolutamente indispensable para todos los amantes de los gatos.

Los seres humanos —piensa el gato— tienen una irremediable tendencia a
entender las cosas al revés. Por ejemplo, si ven un libro que se titula Lo que
aprendemos de los gatos, probablemente creerán que trata de lo que los
humanos pueden aprender acerca de los gatos, para conocerlos mejor (cosa
que, dicho sea de paso, tampoco estaría de más); sin embargo, para
cualquiera que sea capaz de pensar con claridad, resulta evidente que Lo
que aprendemos de los gatos significa otra cosa: lo que los humanos pueden
aprender a partir de los gatos, es decir, lo que los gatos pueden enseñarles.
Este tipo de errores se producen porque los humanos parten de la absurda
creencia de que son animales superiores, cuando todo el mundo sabe que
los animales superiores son los gatos. Los gatos —piensa la autora de este
libro— tienen mucho que enseñarnos, pero para ello hace falta que estemos
atentos y dispuestos a aprender. Son cariñosos, pero nunca sumisos, así que
nos enseñan a pactar nuestra convivencia día a día. Confiados solo si
sabemos ganárnoslos poco a poco, ejercitando la virtud de una conquista
paciente. Domésticos e independientes, como fieras aclimatadas a nuestro
hábitat. Los creemos indefensos, pero en realidad están mucho más
preparados para sobrevivir que nosotros. Bajo su piel de seda se ocultan las
garras de una fiera y un cuerpo atlético envidiable. Y, cuando los vemos
jugar, exhibiendo su magnífica forma física, o dormir plácidamente sobre
nuestro sillón favorito (sí, ese sillón donde los gatos nunca nos dejan
sentarnos) envidiamos también su capacidad para vivir intensamente ese
instante; sin atormentarse, como hacemos nosotros, por un pasado que ya
no existe y un futuro que tal vez no llegue. Un libro que es una joya para
cualquier buen lector, y desde luego absolutamente indispensable para todos
los amantes de los gatos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

abo: una rosquilla <strong>de</strong> pelo suave. Si les molesta la luz, son capaces <strong>de</strong> taparse <strong>los</strong><br />

ojos con el rabo a manera <strong>de</strong> antifaz, o <strong>de</strong> cubrirse la cara con uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> bracitos en<br />

un gesto casi humano, infantil. En esa posición <strong>de</strong>scoyuntada pasan tantas horas <strong>que</strong><br />

parece <strong>que</strong> estuvieran muertos. Solo el leve vaivén <strong>de</strong> la piel <strong>de</strong> las costillas y <strong>de</strong>l<br />

vientre, <strong>que</strong> sube y baja acompasadamente al ritmo <strong>de</strong> su respiración profunda, indica<br />

<strong>que</strong> el animal está vivo.<br />

De repente, abren un ojo, luego el otro, y lo <strong>que</strong> hasta entonces era un pollo asado<br />

<strong>de</strong> peluche o un rollo <strong>de</strong> pelo sin articulaciones ni huesos, se <strong>de</strong>spereza<br />

parsimoniosamente: surgen dos zarpas temibles, llenas <strong>de</strong> uñas afiladas, <strong>que</strong> se<br />

agarran a la superficie más cercana, separando mucho <strong>los</strong> <strong>de</strong>dos; las patas <strong>de</strong>lanteras<br />

se estiran, <strong>de</strong>splegando una anatomía <strong>de</strong> múscu<strong>los</strong> bien marcados, las ca<strong>de</strong>ras<br />

basculan hacia atrás y hacia a<strong>de</strong>lante (parece <strong>que</strong> se fueran a <strong>de</strong>jar olvidadas por el<br />

camino las patas traseras) y el lomo se ar<strong>que</strong>a primero hacia arriba y luego hacia<br />

abajo, en un juego en el <strong>que</strong> parecen dibujarse todas las vértebras por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la<br />

piel: con razón hay en yoga una asana <strong>que</strong> se llama la posición <strong>de</strong>l gato; un bostezo<br />

enorme muestra unos colmil<strong>los</strong> feroces y una lengua <strong>que</strong> se parece a una lija rosada y,<br />

lo <strong>que</strong> hace un momento parecía un muñeco <strong>de</strong> peluche, un juguete suave e<br />

inofensivo, se muestra durante un instante como lo <strong>que</strong> es: una fiera salvaje solo<br />

levemente domesticada, un bicho <strong>que</strong> podría sacarnos <strong>los</strong> ojos o las tiras <strong>de</strong> la piel si<br />

se lo propusiera. Luego giran dos o tres veces sobre sí mismos, dando vueltas en<br />

torno al calor <strong>de</strong> su lecho, y vuelven a acomodarse para dormir unas cuantas horas<br />

más.<br />

Des<strong>de</strong> niños nos enseñaron <strong>que</strong> hay un Dios omnisciente, <strong>que</strong> está en todas partes<br />

y <strong>que</strong> todo lo ve. ¿Qué pensaría ese Dios si se entretuviese en mirarnos ahora, en este<br />

momento <strong>de</strong> paz familiar en el salón <strong>de</strong> nuestra casa?<br />

Sobre el sofá hay tres seres vivos: dos gran<strong>de</strong>s y uno pe<strong>que</strong>ño. <strong>Lo</strong>s dos seres<br />

vivos gran<strong>de</strong>s, cuyo cuerpo <strong>de</strong> piel lampiña está envuelto en telas, se concentran, casi<br />

amontonándose el uno sobre el otro, en la mitad <strong>de</strong>l asiento <strong>de</strong>l sofá; la otra mitad se<br />

encuentra ocupada por el ser vivo pe<strong>que</strong>ño, cuyo cuerpo está completamente cubierto<br />

<strong>de</strong> pelo.<br />

El ser vivo pe<strong>que</strong>ño se aposenta en el centro <strong>de</strong> esa parte disponible <strong>de</strong>l sofá y<br />

parece encontrarse muy cómodo, con el vientre apoyado sobre el tejido <strong>de</strong> la<br />

tapicería, las patas traseras replegadas y <strong>los</strong> brazos cruzados blandamente bajo el<br />

pecho; las orejas, cubiertas <strong>de</strong> un pelo más fino <strong>que</strong> el resto <strong>de</strong>l cuerpo, están<br />

enhiestas, en actitud <strong>de</strong> alerta, pese a <strong>que</strong> el pe<strong>que</strong>ño ser parece dormitar.<br />

<strong>Lo</strong>s dos seres vivos gran<strong>de</strong>s no parecen, sin embargo, encontrarse tan cómodos.<br />

El sitio es insuficiente para <strong>los</strong> dos, así <strong>que</strong> se encuentran no solo juntos, sino<br />

prácticamente amontonados. Las piernas <strong>de</strong> ambos, replegadas sobre el asiento,<br />

procuran adaptarse al escaso espacio disponible encajándose entre sí. <strong>Lo</strong>s torsos <strong>de</strong><br />

uno y otro están pegados y el ser más gran<strong>de</strong> estrecha con su brazo izquierdo al otro<br />

www.lectulandia.com - Página 25

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!