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Entrevista<br />
seis<br />
Ida Vitale<br />
Cerca de cien<br />
POR Nicole Brezin<br />
A sus 94 años, la poeta uruguaya Ida Vitale pasó por Buenos Aires como invitada de<br />
honor del XIII Festival Internacional de Poesía, que se realizó primero en la Feria del<br />
Libro y luego en el CCK. Fue galardonada con numerosos premios, entre ellos, el Premio<br />
Reina Sofía y el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. Dentro de sus<br />
últimos libros podemos encontrar Reducción del infinito (Tusquets, 2002), Cerca de cien<br />
(Visor, 2015) y su reciente Poesía reunida 1949-2015 (Tusquets, 2017)<br />
Es una tarde de lluvia torrencial. En el café donde acordamos<br />
la entrevista, su única exigencia es una mesa frente a la ventana.<br />
Dice no recordar lo que llevaba en la valija cuando debió exiliarse<br />
a México, en 1974, huyendo, como tantos otros, de la<br />
dictadura militar. Pero en cambio recuerda muy bien el único<br />
objeto con el cual su abuelo había llegado desde Italia: La<br />
Ilíada, en griego y en latín. Ida Vitale volvió a su país natal<br />
en 1984, para cinco años más tarde partir hacia Austin, Texas,<br />
donde vivió durante casi tres décadas. Hoy, a sus 94 años, ha<br />
vuelto para quedarse, ya definitivamente, en Montevideo.<br />
–¿Cómo sintió el paso del tiempo al regresar a la capital<br />
uruguaya? El paso del tiempo se siente aunque uno no<br />
vuelva o vaya a ningún lado. Cuando, después de diez años en<br />
México, volvimos por primera vez a Montevideo, nos dimos<br />
cuenta de que por donde han pasado militares la vida no<br />
vuelve a ser la misma. Quedó descalabrado el país. Estuvimos<br />
algunos años ahí y volvimos a notar una cierta incomodidad, y<br />
por eso nos fuimos otra vez.<br />
–¿Y ahora, tantos años después? Al volver, he estado<br />
prácticamente adentro de mi departamento, arreglando la<br />
biblioteca, he tenido muy poco contacto con Montevideo,<br />
pero me parece que está mucho mejor que cuando me fui, la<br />
gente está más distendida y feliz, y eso se nota.<br />
–¿Su biblioteca ha sufrido muchas pérdidas, primero<br />
por el exilio y luego durante las mudanzas? Bueno, sí.<br />
Ya mi primera biblioteca sufrió con un divorcio inicial. La<br />
segunda, quedó en parte en México. Ahora, voluntariamente<br />
dejé una parte en Nuevo Laredo, que es una ciudad pequeña<br />
a la que nos habían invitado con mi esposo, Enrique, para la<br />
inauguración de un instituto, y como pensé que un instituto<br />
nuevo no debía tener una muy buena biblioteca, les dejé parte<br />
de la mía, así queda, de alguna manera, algo. El problema con<br />
los libros es que uno no querría nunca desprenderse de ellos,<br />
pero pesan cada vez más, en la misma medida en que todo<br />
el mundo piensa que el libro es cada vez menos necesario.<br />
–¿Y qué opinión tiene usted sobre eso? Para mí siguen<br />
siendo muy necesarios. Nunca leo un texto en la computadora.<br />
–¿Qué está leyendo ahora? Estoy leyendo poco porque<br />
estoy ordenando la biblioteca. Aunque, en realidad… quizá<br />
todo lo contrario, estoy leyendo mucho: cada vez que muevo<br />
algo o trato de ver si me quedo o no con un libro, bueno,<br />
termino leyéndolo.<br />
–¿Qué autor le parece imprescindible? Giorgio<br />
Manganelli, es una maravilla.<br />
–Contó alguna vez que su interés por la poesía se originó<br />
en la curiosidad que sintió cuando una profesora<br />
le leyó un poema de Gabriela Mistral que no entendió.<br />
¿Qué pensaría si hoy alguien le contara que descubrió<br />
la poesía porque no entendió un poema suyo? Pienso<br />
que a menos que tenga razón y que sea ininteligible, lo va<br />
a entender algún día, siempre y cuando haga lo mismo que<br />
hice yo: obsesionarme con el poema de Gabriela Mistral<br />
y volver a él. Creo que más que al poeta, es un elogio<br />
al lector, que si no entiende es capaz de pensar que puede<br />
entenderlo y seguir intentándolo.<br />
–¿Qué espera hoy de un poema? Que esté bien de acuerdo<br />
a sus propias leyes.<br />
–¿Alguna vez se decepcionó cuando, después de mucho<br />
tiempo, releyó un poema que le había gustado mucho?<br />
Aclaro que yo leo más prosa que poesía. Y cuando releo a<br />
mis favoritos en general sigo disfrutándolos. Los leo con más<br />
exigencia, pero es que volvés porque tenés un recuerdo, o<br />
porque sentís que no estuviste a la altura del texto en ese momento,<br />
creo que todo lo que tiene calidad tiene posibilidad<br />
de muchas lecturas, existen muchas lecturas y además hay<br />
cierto tipo de libro que va hablando de manera distinta según<br />
el momento en que lo leés.<br />
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