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Tema de tapa<br />
cinco<br />
MILLENNIALS,<br />
testigos (partícipes) de<br />
la revolución tecno<br />
Primera generación en crecer con el mayor desarrollo tecnológico de<br />
la historia, que cambió definitivamente el modo en que se consumen<br />
los productos culturales, de entretenimiento y la comunicación<br />
POR Juan Manuel Cibeira<br />
Los millennials representan hoy la fuerza académica y laboral<br />
que coloniza el planeta. Jóvenes entre veinte y treinta y pico<br />
de años que tienen un dominio natural de la tecnología y<br />
poseen una mirada completamente sorprendente sobre el<br />
mundo y la sociedad en la que viven, diferente a todo lo que<br />
vivieron sus padres. No se dejan influir por gobiernos ni por<br />
los medios de comunicación. Estudian y son críticos de la<br />
educación, trabajan pero no son adictos al trabajo y no temen<br />
emigrar en busca de mejores perspectivas.<br />
Versátiles, buscadores constantes de nuevas tendencias,<br />
cambian de gustos al ritmo de las nuevas propuestas, tanto<br />
profesionales como de ocio. Gracias a su experiencia, por<br />
elección o por obligación, son conscientes de la incertidumbre<br />
y las contradicciones de los tiempos que corren. Esa es su<br />
única certeza: la de que nada es definitivo.<br />
Los millennials vivieron (y viven) esta arrasadora ola tecnológica<br />
que fue armando y desarmando todo lo conocido.<br />
Como nunca antes, con una velocidad vertiginosa, conocieron<br />
el boom de Internet –desde el locutorio al smartphone-, la<br />
fotografía digital, la televisión de alta definición, el disco compacto,<br />
la telefonía celular, el DVD, el MP3, Spotify, YouTube,<br />
Netflix… Una lista sorprendente e inagotable de elementos<br />
que fueron cambiando sucesivamente cada uno de los<br />
paradigmas establecidos sobre el estudio, el trabajo, el ocio y<br />
todos los aspectos de las relaciones sociales.<br />
Los miembros de esta generación dominan las nuevas tecnologías,<br />
están siempre al día, aceptan la vida virtual como una<br />
extensión de la vida real, no consumen radio y televisión en<br />
dispositivos convencionales y prefieren verlo todo en YouTube.<br />
Google es el altar de la catedral de todos los conocimientos<br />
y el streaming la nueva e irresistible religión.<br />
Están hiperconectados, aunque no siempre comunicados; las<br />
redes sociales son el espacio natural en el que desarrollan sus<br />
actividades sociales y de entretenimiento. Son reacios a los<br />
medios de comunicación, no leen diarios y si bien se informan<br />
online, suelen pasar rápidamente de tema.<br />
Nacieron con Internet y tuvieron sus primeros chats y<br />
videojuegos en locutorios de barrio, mientras en sus hogares<br />
sus padres escuchaban música en discos compactos. Crecieron<br />
acunados por la revolución pop de Soda Stereo a Duran<br />
Duran, de Charly García a Depeche Mode, de Virus a<br />
The Police. Época dorada de gran creatividad, el mundo<br />
de la música ofrecía sus mejores obras, a las que por fin se<br />
podía acceder en toda su dimensión con la aparición de MTV.<br />
¿Cuántos millennials recuerdan que en su infancia vieron en<br />
la televisión las asombrosas imágenes –para la época– de animación<br />
del video de Dire Straits “Money For Nothing”, ícono<br />
histórico del popular canal? El disco compacto y más tarde el<br />
video digital (DVD) contenían el germen de su metamorfosis.<br />
Muy pronto llegarían los innovadores dispositivos con una<br />
velocidad que dejaría atrás todo lo conocido.<br />
La avanzada digital comenzó a expandirse: lenta pero inexorablemente<br />
fue cubriendo cada espacio de la vida cotidiana.<br />
La facilidad para adquirir computadoras personales abrió la<br />
puerta al fenómeno y lo hizo global. La industria de la música<br />
entró en una crisis marcada por el agotamiento de formas y<br />
procesos que necesitaban evolucionar para sobrevivir. Y un<br />
día llegó Napster… Lanzado en 1999, este producto icónico<br />
del fin del milenio servía para la distribución de archivos musicales<br />
por Internet. Una plataforma cuya tecnología permitía<br />
a los usuarios compartir libremente MP3, lo que generó protestas<br />
y acciones por la violación de los derechos de autor. La<br />
industria musical no supo, no quiso o no pudo comprender<br />
ante lo que estaba y optó por la peor respuesta: hacerle juicio<br />
a sus fundadores.<br />
Las discográficas tuvieron su victoria pírrica. Si bien sometieron<br />
a Napster, que debió pagar millones de dólares en<br />
indemnizaciones, no lograron evitar que el comportamiento<br />
del público cambiara, ya que migró hacia otros servicios<br />
como eMule y Kazaa. Fue una enorme pérdida de tiempo y<br />
dinero en momentos en que la industria veía derrumbarse<br />
las ventas y comenzaba la decadencia de los formatos físicos.<br />
Ya nada sería igual... Napster había desatado una verdadera<br />
revolución musical.<br />
Y la respuesta no se hizo esperar; llegaría de la mano de<br />
una de las empresas más innovadoras del planeta: Apple. El<br />
gran brujo Steve Jobs se dio cuenta de que su compañía se<br />
estaba quedando afuera del cambio en el consumo y decidió<br />
lanzar un dispositivo único y original. En 2001 presentó el<br />
iPod, un reproductor portable de audio digital, que tuvo un<br />
impacto global en el mercado solo comparable al Walkman<br />
de Sony. Estos pequeños dispositivos le asestaron el golpe<br />
definitivo a la industria de la música. La única posibilidad que<br />
tenía era adaptarse o morir.<br />
Si bien los iPod fueron una revolución en sí mismos, el<br />
elemento fundamental de toda la historia fue la definitiva<br />
instalación de la música en su nueva dimensión inasible, intangible.<br />
Los nuevos reproductores permitían acumular miles<br />
de canciones en aparatos sumamente pequeños y livianos.<br />
Luego de muchos años atravesando distintos formatos físicos,<br />
la música grabada tenía una versión acorde con las necesidades<br />
tecnológicas de los millennials.<br />
El fenómeno digital, a partir de Internet, también tuvo otras<br />
vertientes. Una de ellas fue Myspace, una red social fundada<br />
por una compañía tecnológica y la estrella pop Justin<br />
Timberlake. Lanzada en 2003, en poco tiempo se convirtió<br />
en un fenómeno masivo porque era utilizada directamente por<br />
los músicos. Les permitía mostrar su perfil, incorporar videos y<br />
música y comunicar sus lanzamientos sin intermediarios.<br />
Como había ocurrido con Napster, Myspace tuvo su tiempo<br />
de gloria; luego decayó y fue reemplazado por nuevas redes<br />
sociales pero fue una de las primeras en dejar su huella en la<br />
historia. Ambas representaron el inicio de una nueva era tecnológica,<br />
una transformación evolutiva fenomenal que definió<br />
las características de toda una generación.<br />
En los primeros años del nuevo milenio, la música fue introduciendo<br />
las innovaciones que definirían nuevos paradigmas<br />
para la industria del espectáculo. Del formato físico (los CD y<br />
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