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Desde que publicó su primer libro, Recuerda aquella vez,
Adam Silvera (Nueva York, 1990) se convirtió en uno de los
autores juveniles más aclamados por la crítica, llegando a integrar
la lista de best sellers del New York Times. A ese libro, le
siguieron Solo quedó nuestra historia y Al final mueren los dos
(Puck, 2018), todos protagonizados por jóvenes centroamericanos
queer. En Argentina hizo furor: sus fans lo esperaron con
ansias, tiene verdaderos fanáticos. Es que el autor lleva la bandera
LGTB+ como pocos y, gracias a sus novelas, nos hace ver
sin caer en clichés que, no importa a qué comunidad elijamos
pertenecer, todo se trata únicamente de vivir.
–Usted ya es un autor exitoso y sus libros son muy esperados
entre los jóvenes. ¿Cómo es su proceso de escritura?
Simplemente escribo. No fui a la universidad, solamente
tuve una sola clase de escritura creativa durante la mitad del
último año de secundario. Escribo sobre la base de lo que
conozco de las historias, de libros, de videojuegos, de series de
televisión, de películas, y, de hecho, me escribo a mí mismo.
–¿Qué le sucede cuando se escribe a sí mismo, sobre
todo recurriendo al tema de la muerte en cada libro?
Es terapéutico. Con mucha frecuencia, escribo estos libros
tratando de responder preguntas que tengo. Por ejemplo,
en el caso de Solo quedó nuestra historia: ¿qué haría yo
si una persona que realmente amo, muriera? Y, en el caso
de Al final mueren los dos: ¿qué pasaría con una muerte
inesperada? Uso estas cuestiones como motores para poder
adentrarme en este viaje y ver cómo, en lo personal, me confrontaría
con una determinada situación. Me gusta ver que
los personajes encuentran sus victorias, sus triunfos porque,
si algo trágico ocurre, no tendría que ser necesariamente
una devastación total sino que también tiene que existir
la oportunidad de encontrar belleza en eso. Y, también, la
reinvención de uno mismo y de la vida.
–¿Siempre pensó tan profundamente el tema de la
muerte? He pensado en la muerte durante mi vida adulta y
eso fue lo que me condujo a la escritura de estos libros. Son
preguntas e ideas que se han puesto de relieve durante mi
adolescencia pero que, en ese momento, no había podido
poner en palabras, hasta que me senté a escribir estos libros.
Ahora estoy trabajando en una novela de fantasy que, definitivamente,
tiene que ver con la muerte y el renacimiento.
Estas son ideas que no me puedo sacar de encima, y hay
tanto que no sabemos... ¿Qué ocurre después de la muerte?
Es uno de los grandes misterios de la vida así que, probablemente,
siga escribiendo sobre eso.
–¿Cómo fue volverse un escritor famoso y empezar a
recibir opiniones sobre lo que escribía? Es una transición
constante pero, la mayor parte de las veces, cuando
escribo un libro, lo hago para mí primero. Es lo único que
puedo hacer porque si trato de escribir un libro para cada
persona que opinó sobre uno de mis libros, sería imposible.
Es difícil escribir con tantas opiniones dando vueltas, entonces,
escribo primero la historia que me hubiera gustado tener
cuando era adolescente, y espero que los demás conecten con
eso. Y si no conectan con eso, no pasa nada.
–Al final mueren los dos es terriblemente conmovedora
pero también lo son sus otras dos novelas. ¿Qué siente
cuando termina un libro? Me siento aliviado, contento,
rara vez me siento súper triste cuando los personajes se van
porque siento que pasé tiempo de calidad con ellos y, logré
que llegaran al lugar que yo quería que llegaran. Se siente
como tener un hijo y enviarlo al colegio y que se reciba.
Creo que debe ser una sensación similar. Te crié, te cuidé, te
alimenté y ahora sos libre.
–En base a la fama que adquirió Los cuentos de la
criada con la serie de Hulu en este contexto histórico,
¿cuál cree que es el aporte de la literatura a los derechos
humanos? En mis libros estoy mostrando gente queer
que está viva, muestro las luchas cotidianas que la gente no
tiene en cuenta, que no las ve. Muestro chicos queer que se
enamoran, que es algo verdaderamente increíble. Yo sé que
es increíble. No lo experimenté en mi propia piel cuando era
adolescente porque era tabú y no se plasmaba en la literatura.
Los chicos están siendo vistos gracias a los libros y que se
sientan validados en sus propias vidas es algo maravilloso.
–¿Lo toma como un acto de militancia? Sí, lo veo como
una especie de activismo, tanto escribir como leer estas
obras. El hecho de darles apoyo y, por ejemplo, que los fans
escriban o dibujen sobre los libros, es la manera de decir “ustedes
no van a poder silenciarnos. Nuestra voz se está alzando
cada vez más, sin lugar a dudas”.
–¿Por qué escribir? Para mí es algo instintivo. Si no lo
hago, me pongo ansioso. Tengo tantas ideas en mi cabeza
que podría hablar de esas ideas con la gente pero lo que me
hace sentir más pleno es poder crear. A mí me gusta poder
meterme en la cabeza de estos personajes, y la única manera
de hacerlo es sentarme con la notebook y hacer que cobren
vida. La verdad es que para mí es imposible no escribir.
–¿Alguna vez tuvo una experiencia tan cercana a la
muerte para que se volviera un tema central en sus
libros? Cuando tenía 11 años, vivía en la ciudad de Nueva
York y tuvo lugar el ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre.
Unos meses más tarde, murió en un accidente de
avión mi tío favorito. No me di cuenta de esto hasta el otoño
pasado. En ese momento, advertí que se había instalado el
tema de la muerte porque tenía un tío que, de repente, no tenía
más. Y todo porque se había subido a un avión. Recuerdo
que estaba en la escuela cuando me enteré de que las Torres
Gemelas habían sido derribadas por el ataque terrorista de
un avión. Desde entonces, cuando escucho la explosión de un
generador o el sonido fuerte de un auto, pienso: “Oh, Dios
mío, nuevamente un ataque terrorista”. Tengo 28 años pero
estas experiencias uno nunca se las saca de encima. Cada vez
que subo a un avión, tengo mucha ansiedad, por ejemplo.
–¿Cómo hizo a partir de este miedo, para vivir el día a
día y disfrutarlo al máximo? No siempre es fácil. Siempre
me pregunto si en el lecho de muerte –cuando sea viejito,
esperemos que así sea– voy a lamentar no haber hecho algo.
Voy a lamentar, por ejemplo, no haber hecho este paseo, no
haber viajado a tal país por miedo a volar, voy a lamentar no
haber cantado en el karaoke a pesar de cantar muy mal. La
respuesta es sí. Siempre voy a lamentar no haber hecho algo
que me diera alegría y esto es lo que me estimula a hacer las
cosas a pesar de que tenga nervios o sienta terror. Siento que
siempre trae alegría hacer esas cosas, lo que me impulsa y me
sacan de la zona de confort.
–¿Qué libros lo ayudaron a salir de su zona de confort?
Nunca salí de mi zona de confort hasta los 20 años. Los
únicos libros que leí en mi adolescencia fueron los de Harry
Potter y los que me mandaban en la escuela como tarea –no
siempre los leí porque me resultaban sumamente aburridos–.
La cuestión pasa por haber sido capaz de escribir sobre
mis miedos. Eso fue lo que me sacó de mi zona de confort.
Puede sonar mal decir que mis libros me ayudaron pero es
la verdad. No escribo libros solo para divertirme, es algo
terapéutico. Escribo libros para navegar por mi mundo y para
ayudarme a mí a ser mejor persona.
–A todos nos marcó J. K. Rowling… ¿Cómo influyó en
su carrera? Me encantaba la idea de ir a clase y aprender
hechizos, hacer pociones. En mi casa, cuando estaba en la cocina,
hacía de cuenta que estaba haciendo pociones. También
solía tomar ramas de árboles y hacía de cuenta que eran varitas
mágicas. O cuando me ponía un suéter, pensaba que era un
estudiante de Hogwarts. Además, iba a una escuela llamada
Spellman (Hombre de los hechizos), entonces decía que era un
hombre de los hechizos. Me gusta la idea de sentir la presencia
de la magia en mi imaginación. Eso es lo que Harry Potter me
inspiró a sentir y, realmente, ahora es increíble ver que estoy
escribiendo una historia de fantasy tantos años después.
–¿De qué tratará esta nueva novela que aún no terminó?
Es una historia que tiene que ver con el Ave Fénix, una
criatura mítica de la que he estado muy pendiente durante
más de una década. Esta novela tiene mucho que ver con el
renacimiento. Por lo que es maravilloso utilizarla para que
esté como en diálogo con los pensamientos sobre la muerte
que suelo tener. Y, también, es muy gay. Todos los personajes
son súper queer y eso me hace sentir muy orgulloso.
–Es fanático de Marvel, ¿qué superpoder le gustaría
tener? Me gustaría teletransportarme para no tener que
subirme a un avión. Sería genial poder decir: “Mañana tengo
que estar en Argentina por un evento”, y, de repente, nos vemos.
Si uno se puede teletransportar también puede escapar
de cualquier situación peligrosa.
–A fin de año, saldrá en español ¿Qué pasa si somos
nosotros?, la novela que escribió con Becky Albertalli,
la autora de Yo soy Simón. ¿Cómo fue trabajar a dúo?
Becky es una de mis mejores amigas y antes de conocernos en
persona, ya queríamos escribir un libro juntos. Dos meses después
de nuestro encuentro online, Becky me contó una historia
y yo le dije que sería copado escribir una novela así pero gay y
ella estuvo de acuerdo. Entonces empezamos a crear cada uno
de nuestros chicos: decidimos cómo se iban a encontrar, cómo
sería el final. Becky escribía un capítulo y yo otro después. Y así
sucesivamente. No sabíamos cómo iba a ser la historia pero era
muy divertido ver cómo las cosas iban cambiando. Y cambió
bastante desde que la escribimos hace cuatro años.
–¿Qué cree que tiene que cambiar en el mundo para
que se nos permita vivir libremente? Creo que necesitamos
que se expresen más las personas que se alían con
nosotros y hacer que la gente queer se sienta más a salvo. Si
ven que alguien está sufriendo bullying, hay que ayudarlo
para que no ponga en peligro su vida tratando de defenderse
solo. A veces, los queer tienen que depender de otros queer
para sentirse protegidos. Es necesario que los heterosexuales
defiendan a los queer. Es importante que las personas fuera
de nuestra comunidad queer nos reconozcan como humanos
y que estén dispuestos a protegernos
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