Anuario 2018

Anuario 2018 - Club Universitario de Buceo de Granada - Vol. II
Navegando por los
Mares de Andalucía
Recuerdos de una “Cubera” de su paso como tripulación científica del UCADIZ
Por Celia “Zipi” Delgado Serrano
socia CUB 98
Recuerdos… son todo lo que nos queda para consolarnos
una vez que la experiencia ha llegado a su fin. En
este caso, no es diferente, así que me limitaré a relatar los
recuerdos que sin querer grabé en mi olvidadiza sesera.
Era temprano por la mañana cuando llegué ese 17
de julio, con el tiempo justo, al puerto de Motril. Después de
un ciclo de charlas sobre Arqueología Subacuática que
cerraban el curso que el CUB había organizado en torno a
esta disciplina, conocí a quienes se embarcarían conmigo
y el barco que nos llevaría a Málaga la mañana siguiente.
Una vez que todo el mundo se hubo ido y nos repartimos
en los camarotes, supe que contaría con cinco compañeros,
dos compañeras, un par de profesores, y una tripulación
bajo el mando de una capitana de armas tomar. Aquella
noche jugamos unas partidas al UNO en el comedor, todos
apretados e intentando no alzar mucho la voz, lo cual resultó
más difícil de lo que planteamos en un principio.
Después de sabernos, más o menos, los nombres
de cada cual, salimos de nuestra nueva casita para hacer
sucesivos actos de presencia en una parte y otra del puerto
en el que habíamos pasado la noche, todos ellos imprescindibles
para que se concedan becas como las que nos
fueron otorgadas. Íbamos impecables: polos a juego con
gorras blancas con los logos del UCADIZ y CEIMAR bordados
en naranja y azul; ocho principitos acompañados de
una tripulación que también iba de punta en blanco y con
polos nuevos, salvo la capitana, que lucía un auténtico uniforme
de su rango, como los de niños en sus comuniones,
pero con mil detalles más.
Y tras tanto acto oficial, sobre la hora de comer, zarpamos
y empezó lo bueno. Cuando nos alejamos lo suficiente
de la línea de costa, basándonos en imágenes de
satélite (y con la ayuda imprescindible de los profes), elegimos
tres puntos de muestreo en el trayecto hasta el puerto
de Málaga, puntos en los que la producción primaria era superior
que en los demás. Para los muestreos, usamos una
roseta de botellas oceanográficas Niskin, un instrumento
que Sylvia Earle acostumbrará a emplear, pero que nosotros
veíamos por primera vez en ese viaje, aunque, afortunadamente,
no fue complicado aprender a utilizarlo.
Como somos así de frikis, de cada muestra que tomábamos
estudiamos la concentración de clorofila, el fitoplancton y el
zooplancton, y por si eso fuera poco, tomamos más muestras
de zooplancton con redes Bongo (otro previo desconocido)
a fin de obtener resultados más precisos.
Zipi, antes de enbarcar en el UCADIZ
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