Anuario 2018

Anuario 2018 - Club Universitario de Buceo de Granada - Vol. II
Debido a un problemilla técnico en el primer punto,
esa tarde fue distendida mientras llegamos desde este
punto al tercero (el segundo no pudimos hacerlo por falta
de tiempo), lo cual dio pie a que se formara una pequeña
reunión en proa en la que mi compañero Moi y yo pudimos
conocer mucho mejor a tres personajes de la tripulación:
Ale “el del laboratorio” (así evitábamos la confusión con el
otro tripulante Ale), Francis y Alberto; nos sentamos en las
colchonetas y cantamos, charlamos e incluso pinté algunas
de las cosas sobre las que hablamos. Y en otro rato en el
que no estábamos pegados al microscopio o filtrando muestras,
también me dio tiempo de relajarme y pintar de forma
bastante precaria lo que veía sentada desde la popa.
A pesar de lo relajada que parece que fue la tarde
tal y como la he contado, cuando llegamos a puerto nadie
tenía fuerzas para salir del barco por la noche, con lo que
nos fuimos a dormir bastante tempranito. Debíamos recargar
pilas para tomar nuevas muestras en la bahía del puerto
al día siguiente.
La mañana del jueves fue muy intensa en lo que a
sentimientos se refiere… para recordar esto no me hace
falta consultar la chuleta del diario que escribí a bordo, pero
creo que algunas frases merecen ser conservadas tal y
como me salieron. Veamos, al poco de salir, divisamos un
par de rorcuales comunes a una distancia que me pareció
bastante escasa, y eso me emocionó mucho, como los delfines
comunes que habíamos visto la tarde anterior. Ahora
bien, mientras estábamos en el laboratorio trasteando,
Chemi avisó por megafonía de que había “cinco delfines en
proa. Salí escopetadísima, subí por la escalerilla de cubierta
en popa y volé hasta la proa. Para cuando llegué, ya sólo
quedaban dos, pero qué dos…eran mulares, y sólo querían
jugar con la velocidad en la quilla del barco. Los tuvimos
ahí mismo yo qué sé el tiempo, pero a mí se me hizo infinito,
se había parado. Cuando se fueron, me quedé conmocionada,
sólo me salía llorar
[…]. Luego hubo que volver al lab, pero yo tardé algo más
que el resto en llegar”. Recuerdo que llamé a mis padres
para contarles lo que acababa de pasar y no era capaz de
articular palabra sin derramar lágrimas de pura felicidad y
adrenalina, y que Lore y Ceci no pararon de darme abrazos
y reírse conmigo mientras aquello sucedía.
Esa tarde fuimos a la playa de la Malagueta a bañarnos,
pero los chicos salieron antes y no los encontramos
hasta que volvimos al barco a darnos un manguerazo para
endulzarnos, así que estuvimos las tres la mar de a gusto
en la playa hasta que tuvimos que volver antes de que llegara
Pedro, un profe organizador de la aventura que no
pudo viajar con nosotros por su apretada agenda. En cuanto
puso un pie en el buque, nadie se separó de los microscopios
o las guías de identificación de fitoplancton que había
traído consigo desde Granada. Además, recuerdo que nos
preguntó por qué las mareas rojas, de las que habíamos
podido ver un buen ejemplo en el viaje, eran de ese color
(siendo Noctiluca, los dinoflagelados causantes, células hialinas);
una pregunta inocente, a priori, pero que carece aún
de respuesta formal y que se metió en mi cabeza como una
simple duda y avanzó hasta no dejarme pensar absolutamente
en nada más, sólo quería encontrar la respuesta, no
quise otra cosa durante esas horas de mi vida. Instantes
después, reflexionando sobre mi recién instaurada desesperación,
me di cuenta de lo importantísimo y complicado
que es lograr contagiar la curiosidad que nos inquieta y nos
mueve, y también de que las personas que consiguen eso
están en serio peligro de extinción.
Roseta de botellas oceanográficas
Aquella noche ardió Troya. Salimos todos juntos a
cenar y a conocer la vida nocturna de Málaga, y vaya cómo
nos divertimos. Nos conocimos aún más los unos a los
otros, ya no se nos olvidarían nuestros nombres ni queriendo.
Por mantener la integridad de todas las personas
implicadas, lo resumiré en cinco palabras: lo pasamos en
grande juntos. Tan buenas migas hicimos, que la mañana
siguiente, una vez finiquitados todos los actos oficiales en
58