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Humanismo o subjetividad Observaciones a la CARTA DEL HUMANISMO de Heidegger

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Antonio Gómez Ramos<br />

para el proyecto que el hombre es, vendría a efectuar, para Hei<strong>de</strong>gger, una<br />

forma <strong>de</strong> cerrar <strong>la</strong> apertura <strong>de</strong>l ser en aras <strong>de</strong>l humanismo, con <strong>la</strong> <strong>subjetividad</strong><br />

máxima <strong>de</strong>l cogito como estrategia central.<br />

Sin embargo, igual que no cabe <strong>de</strong>shacerse sin más <strong>de</strong> esas formas,<br />

ni contraponerles un ser puro –pues, como resalta el propio Hei<strong>de</strong>gger,<br />

el<strong>la</strong>s también pertenecen al ser, a su historia–, tampoco es lícito nive<strong>la</strong>r<br />

todas <strong>la</strong>s formas bajo el paraguas <strong>de</strong>l humanismo. Pues es en los matices<br />

y diferencias entre el<strong>la</strong>s don<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos empezar al vislumbrar lo abierto<br />

<strong>de</strong>l ser y su cuidado. Así, a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> distinguir estas formas metafísicas<br />

<strong>de</strong> <strong>subjetividad</strong> que han sustituido al ex-sistente, cabría colocar, en un extremo,<br />

a los individuos hobbesianos, completos en sí mismos, pero que<br />

han confundido el cuidado con el miedo, y se ven abocados a asegurar su<br />

supervivencia física frente a <strong>la</strong> amenaza que supone <strong>la</strong> mera <strong>la</strong> existencia<br />

<strong>de</strong> los otros. En el otro extremo, ya en toda <strong>la</strong> herencia que va <strong>de</strong> Hegel a<br />

<strong>la</strong> teoría crítica, pue<strong>de</strong> concebirse al individuo, esa <strong>subjetividad</strong> mínima<br />

inicial, como un trabajo sobre sí mismo, sobre su propia incompletitud,<br />

que necesita el reconocimiento <strong>de</strong> los otros, lo cual ha <strong>de</strong> producirse en<br />

estructuras éticas –afectivas, económicas, políticas–, en <strong>la</strong>s que cada sujeto<br />

se encuentra con los otros y se constituye en tanto es reconocido por ellos,<br />

formando un «nosotros». El reconocimiento, en sus múltiples formas <strong>de</strong><br />

legitimación, equivale simultáneamente a <strong>la</strong> realización individual y al <strong>de</strong>spliegue<br />

<strong>de</strong> lo intersubjetivo, <strong>de</strong> ese ser-con (Mitsein) <strong>de</strong>l que Sein und Zeit<br />

quería dar cuenta, <strong>de</strong>shaciendo <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong>l solipsismo. Visto así, el<br />

reconocimiento ha sido <strong>la</strong> vía <strong>de</strong> constitución <strong>de</strong> <strong>la</strong>s socieda<strong>de</strong>s mo<strong>de</strong>rnas,<br />

con toda su esfera pública y su «dictadura <strong>de</strong> <strong>la</strong> opinión pública»; y visto<br />

así, Hei<strong>de</strong>gger pue<strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificarlo con una forma extrema <strong>de</strong> metafísica.<br />

Pero hay dos razones por <strong>la</strong>s que el reconocimiento es distinto a <strong>la</strong> metafísica.<br />

En primer lugar, siempre se <strong>de</strong>spliega en –y por tanto correspon<strong>de</strong><br />

a– un espacio <strong>de</strong> inter<strong>subjetividad</strong> que, por sí mismo, es abierto y produce<br />

apertura. Pues lo abierto <strong>de</strong>l ser <strong>de</strong>l que hab<strong>la</strong> <strong>la</strong> Carta, <strong>la</strong> <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z y exposición<br />

<strong>de</strong>l ex-sistente, se da, aunque Hei<strong>de</strong>gger no lo haga notar, por <strong>la</strong> presencia-ausencia<br />

<strong>de</strong> otros seres, tanto «naturales» como «también humanos»;<br />

no es separable <strong>de</strong> el<strong>la</strong>. Incluso siendo un solitario pastor <strong>de</strong>l ser, el<br />

ex-sistente es un ser viviente, con un lenguaje que inscribe su cuerpo y sus<br />

<strong>de</strong>seos; un lenguaje que es casa <strong>de</strong>l ser porque implica siempre a los otros<br />

y al mundo. La segunda razón por <strong>la</strong> que el reconocimiento pue<strong>de</strong> no ser<br />

reducible a metafísica es que, como ha estudiado Axel Honneth, en cuanto<br />

que es un reconocimiento profundo, el movimiento <strong>de</strong> reconocimiento<br />

implica una atención, un «cuidado» en un sentido que es estrictamente el<br />

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